“Mugre rosa” o “pink-slime” en la carne picada

“Pink-slime” o “mugre rosa” son términos que hacen referencia a un producto elaborado a partir de carne y otros elementos de origen animal y que a día de hoy está generando bastante revuelo en los Estados Unidos.

La traducción es libre, y responde a la forma con la que la mayor parte de los medios han traducido al castellano la expresión “pink-slime”, que en una traducción literal significaría algo así como lodo, cieno o barro rosa.

¿Qué es “pink-slime”?

Se trata de un término peyorativo con el que se ha definido “la carne magra de vacuno con textura fina” o lo que también se ha dado en llamar “carne refinada”. En realidad es un producto diseñado para aprovechar al máximo la carne que pueda quedar en la canal tras el despiece. Estos “recortes” se calientan, se centrifugan con el fin de eliminar la grasa, y la masa resultante se trata con hidróxido de amonio en forma de gas para higienizarla e inactivar los posibles patógenos. Por último se corta en porciones, se comprime y se congela para un uso posterior. Para descubrir el origen de la expresión hay que remontarse a finales de 2009 cuando en un artículo de investigación del New York Times se hacía referencia al producto así obtenido con el mencionado término (ver página 3).

En este video se explica en parte la elaboración de la “carne refinada” o pink-slime.

¿Por qué la polémica?

Al parecer se ha puesto de manifiesto que este producto está presente en el 70% de los alimentos elaborados con carne picada que se pueden encontrar en el mercado estadounidense. Pero hay más, según parece, una iniciativa gubernamental plantea poner al alcance de 32 millones de escolares el pink-slime en los comedores escolares de colegios públicos. Para muchos usuarios este producto dista mucho de ser saludable, entre ellos Jamie Olivier, el famoso y mediático cocinero inglés al que podemos ver en el siguiente video, que ha tomado el estandarte ciudadano para defender su poca idoneidad como alimento.

Gran parte del problema lo tiene ahora la industria alimentaria estadounidense y su administración sanitaria que se ven presionadas por la opinión popular para frenar su uso. Un uso, que por otra parte se viene realizando desde hace unos cuantos años y que mueve una importante cantidad de dinero. Se estima que la comercialización de pink-slime reporta a los productores de carne cerca de 101 dólares por res sacrificada; si se toma en consideración que en Estados Unidos se sacrifican cerca de 34 millones de cabezas de vacuno al año con fines alimentarios, las repercusiones económicas de la utilización o no de este tipo de procesos y sus implicaciones salariales, laborales y sociales pueden ser descomunales.

¿Qué es lo que dice la administración sanitaria?

Por su parte el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) del que dependen las cuestiones sanitarias relativas a los alimentos sostiene que la carne magra de vacuno con textura fina (o LFTB -lean finely textured beef-) es segura y que se trata de un “producto más magro” que la carne picada habitual. Por tanto la USDA sostiene que su utilización resulta crucial en la batalla para terminar con la obesidad infantil y que esta es una de las razones por las que han hecho da la LFTB un elemento básico en programa de almuerzos escolares dado que, además, es un producto más barato.

Uno de los aspectos que más indigna a la población general al respecto del tema es que con la legislación en la mano los productos comercializados con carne picada que contengan LFTB (carne refinada o pink-slime) no tienen la obligación de ir etiquetados al respecto. Según la USDA, es carne, es segura y por tanto no es necesaria una mayor mención a su presencia en el etiquetado.

A modo de reflexión me gustaría que se tuviera en consideración que aquellos productos que se consideran seguros por parte de la administración no tienen por qué ser al mismo tiempo idóneos para su consumo. Lo “seguro” desde el punto de vista sanitario no tiene por qué ser sinónimo de “aceptable” nutricionalmente hablando, muy en especial cuando el producto no va etiquetado y el consumidor no tiene posibilidad de elección al respecto.

Por último, un par o tres de preguntas: Me gustaría saber porque la alimentación escolar suele ser entendida en no pocas ocasiones como una especie de vertedero alimentario plagado de productos de segunda categoría y baja calidad y, en resumen, alimentos “demasiado” baratos. Y además, ¿acaso no hay otra forma de comer carne de vacuno “segura” sin tener que recurrir a estas estrategias?, ¿está este tipo de producto presente en la carne picada que se comercializa en España?

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Foto: Danielle Scott