“Mesura”

 “MESURA”

Historia del nacimiento, vida breve, última cena y deceso del prototipo APPELDIET-3000 con el colesterol por las nubes.

 

Eran las 4:30 de la madrugada. Solo en el silencio que caracteriza todo trabajo pormenorizado y concienzudo, Lucas Handyman, Ingeniero Jefe de la planta de Ingeniería y Desarrollo de Sistemas Avanzados, se enfrentaba al que probablemente era el momento más crucial de su carrera hasta el momento, el más importante en lo que respectaba al diseño, planificación, construcción y ensamblaje de su último, y también definitivo se decía él, invento: La puesta en marcha de Mesura.

De fondo, la Musica Notturna delle strade di Madrid Op. 30 nº 6 de Boccherini amenizaba el trabajo apenas interrumpido por zumbidos lejanos de osciloscopios y chicharreos de reóstatos. Una música jovial para lo que se esperaba también fuera un acontecimiento jovial.

 

Su aspecto era realmente inmejorable, los últimos avances en el cultivo de tejidos humanos, el puntero desarrollo en materia de inteligencia filohumana (el concepto de “inteligencia artificial” hacía años que había sido superado) y todo ello sumado a su creativa imaginación, habían fructificado en forma de una humanoide biónica de atractivas proporciones que estaba sentada en la mesa de laboratorio con los ojos abiertos y con la mirada perdida en el infinito, sin verle. Aún.

Hizo las correspondientes comprobaciones. En realidad no hacía falta volver a repasarlas. Él, Lucas Handyman, sabía que todo estaba bien. Quizá ésa insistencia en confirmar todo una y otra vez respondía a un ligero temor al fracaso que le hacía dilatar en el tiempo, de forma inconsciente, el momento crítico. No obstante, insistió otra vez: Batería de plasma frío, conectada; unidad cerebrosintética, en standby; vías coaxiales eletroestimuladoras-receptoras, acopladas. Etcétera. Todo en su sitio. Como ya sabía.

Sentado frente a ella, en un taburete alto y con su rostro a escasos centímetros del suyo el ingeniero dirigió lentamente su mano hacia la cara de Mesura, por debajo del mentón a la altura del cuello. La deslizó lentamente hacia su nuca apartando la media melena de color cobrizo hasta alcanzar y palpar con la yema del dedo índice el interruptor general dispuesto tras la oreja derecha junto al lóbulo inferior.

Cualquiera que nos vea creerá que te voy a besar, pensó Lucas Handyman. Pareces una maldita pellejuda… es decir, una replicante, no quiero herir de antemano unos sentimientos que sé no tienes, susurró como si pudiera oírla. En unos pocos segundos podría hacerlo, o al menos debería. En fin, dijo para sus adentros. Vamos allá. Apretó y hundió durante 7 segundos la ligera protuberancia que cedió con tanta suavidad como quien aplica el dedo a un globo lleno de agua.

Casi al instante notó una tibia calidez en la palma de la mano procedente de la piel de Mesura, las comisuras de sus labios se enarcaron formando una dulce sonrisa que dejaban entrever unos nacarados y finos dientes perfectamente organizados, al tiempo que sus pupilas se contrajeron de forma casi imperceptible, luego se volvieron a dilatar, disminuyeron de nuevo su tamaño y con increíble rapidez se clavaron en las del científico que la miraba a su vez como quien espera el pum de un petardo tras encender la mecha. Mesura ofrecía una expresión dulce y amable con la boca abierta y que podría ser resumida como una especie de mezcla de sentimientos entre la impaciencia y la emoción aunque con una pizca de temor.

– Hola Mesura.
– Hola, Señor -replico ella– Su voz era suave y aterciopelada.

El ingeniero jefe dejó pasar 5 segundos antes de volver a dirigirse hacia ella

– ¿Sabes qué eres y para qué sirves?
– Sí, Señor…

Y antes de continuar con su respuesta apartó la mirada de la de él y, de forma pausada, muy natural, como quien despierta tranquilo en un lugar que no reconoce, comenzó a inspeccionar el entorno, el techo, las diversas poyatas de laboratorio, sus aparatos y paró su reconocimiento dejando fija la vista en una nevera convencional que había en una esquina de la habitación.

– Soy el producto RCDC-30121969, modelo conocido comercialmente como APPLEDIET-3000 número de serie 128-9889892-999873 fabricado por Dietetic & Robotic Corporation; y en mi memoria está registrada la forma con la que los humanos se dirigirán a mí: Mesura. Mi cometido, señor, consiste en ayudar a los seres humanos a realizar elecciones adecuadas relacionadas con la alimentación y la salud.

Al finalizar volvió su cara hacia Lucas y su gesto adoptó una mueca expectante; de expectante amabilidad para ser más exactos.

Lucas Handyman sonrió abiertamente, esto promete, dijo para sus adentros, esto pinta bien, muy, muy requetebién. No obstante, pensó, no es cuestión de lanzar las campanas al vuelo. Otras versiones anteriores también despertaron grandes esperanzas, pero errores en su diseño o la incomprensión del público hicieron inviable su comercialización a largo plazo. Además, es posible que en esta ocasión, la espectacular apariencia de Mesura haga discurrir las esperanzas por valles más fértiles.

Pero no merece la pena engañarse, el verdadero caballo de batalla de ella, como herramienta que es, sigue siendo su utilidad, seguridad y eficacia para saber reconducir las voluntades de aquellos futuros usuarios -los compradores- tal y como dice el presidente de la Dietetic & Robotic Corporation. Lucas Handyman aun tiene grabado en su memoria el nacimiento de la primera serie de modelos, cuando él entró como un ingeniero más dentro de la Corporación, los APPLEDIET-1000, que además de no contar ni de lejos con la magnífica presencia de Mesura, resultaron totalmente inútiles a la larga. Pese a ello la primera serie gozó del privilegio de ser la única hasta ahora en salir al mercado, en comercializarse, pero al poco tiempo estos modelos evidenciaron su falta de eficacia (por decirlo delicadamente) y se retiraron. A diferencia de la serie 1000, en lo que respecta a la serie 2000, ningún modelo de ellos, ningún APPELDIET-2000, pisó una farmacia, punto de venta característico para este tipo de productos. El único prototipo habido de la serie 2000 casi cuesta la ruina a la Dietetic & Robotic Corporation. En cuanto a la serie 3000 su primer prototipo, Mesura, empezaba muy bien.

La idea de un Robot de Compañía Dietéticamente Correcto o de los RCDC’s tal y como se les conoce en la calle hoy en día, surgió hará unos 15 años cuando la creciente epidemia de obesidad empezó a acogotar y poner contra la pared la solvencia de las arcas públicas de todo el mundo desarrollado. El gasto del tratamiento sanitario de unas muy frecuentes y graves consecuencias derivadas de una patología que acusaba el 85% de los habitantes del planeta llegó a superar incluso el gasto destinado a la “industria” bélica… y eso no podía ser. Había que idear una Solución Total. De esta forma las universidades de todo el mundo, la industria farmacéutica, la tecnológica y, en definitiva, todo aquel que pudiera aportar algo se puso manos a la obra para tratar de poner coto a la “globesidad” bajo su singular perspectiva.

Una estrategia perfecta en cualquier caso para toda iniciativa empresarial ya que para los intereses privados era bueno incluso si no se conseguían los objetivos finales (la Solución Total); y muy bueno si se alcanzaban. Por un lado las administraciones insuflaban ingentes cantidades de dinero en la industria privada para la investigación, experimentación, etc. de la Solución y eso para los intereses particulares de la empresa privada ya era bueno per se. Y por otro, si además, una empresa privada daba con la Solución o al menos una parte de ella, la administración cedía los derechos de explotación de la misma durante los 150 años próximos; y eso era doblemente bueno.

El caso es que el primer modelo de RCDC, el APPLEDIET-1000, salió a la calle como un humanoide más o menos rudimentario en lo que se refiere a su aspecto, comportamiento y maneras, pero que contenía en su cerebro todo lo que se podía saber en aquel momento en materia de nutrición, alimentación y dietética. Y además te ayudaba con las bolsas de la compra, un chollazo vamos.

En un primer momento las ventas se dispararon (pese a su exorbitado precio). Todo el mundo, o al menos quienes podían pagárselo, presumía de tener un RCDC que le decía la verdad sobre los alimentos. Con ellos al lado, cualquiera podía saber lo que tenía que hacer a la hora de comer. O al menos ésa era la teoría. Ya fuera en sus versiones masculinas o femeninas, los RCDC’s anunciaban a sus respectivos propietarios con fría voz metálica mensajes adaptados a la situación concreta de cada uno, por ejemplo:

“Para merendar, Señor, es mejor que elija dos piezas de fruta que un bollo envasado, que ya comió ayer, le recuerdo, Señor”;

“No Señora, no. Da igual que mezcle proteínas con hidratos de carbono, lo que le estoy aconsejando, señora, es que no se coma toda ésa cantidad de pasta hervida que tiene en el plato ya que triplica sus necesidades calóricas cifradas en 2348 kcal/día, Señora”.

Al final, como puede preverse a la luz de estos ejemplos se terminó convirtiendo en un auténtico tormento para los propietarios de los RCDC’s. Pero lo peor vino cuando comenzó a abaratarse el precio de cada unidad y su uso se extendió y popularizó. Entonces sí que sí todo el mundo tenía un RCDC, y en aquel momento la gente empezó a hacer un uso extensivo de los mismos; se iba a tomar el aperitivo con ellos o se acudía a cualquier evento social de no importa que índole siempre y cuando estuviera previsto que allí hubiera algún tipo de manduca.

La parte positiva de aquella época fue que al menos los mensajes eran coherentes y coincidentes entre los distintos RCDC’s (los libros de historia dan cuenta de un tiempo oscuro en el que los “profesionales” humanos de la dietética, sostenían, cada uno, una teoría diferente con respecto al qué, cómo y cuánto comer, y la opinión popular parecía una especie de torre de Babel en cuanto a teorías dietéticas se refiere). Sin embargo, y pese a algunas ventajas puntuales, la situación se tornó agobiante en extremo…:

“No debería ir a tomar el aperitivo Señor. Si tiene hambre, es más recomendable que en su situación coma 22,4 gramos de avellanas, que además tienen mucho selenio, Señor”, o bien:

“Hace tres platos, Señora, que debería haber dejado de comer, esta boda se esta alargando gastronómicamente más de lo conveniente para su estado y objetivos ponderales, Señora”.

Precisamente, esta misma boda ahora mencionada y sus acontecimientos supusieron un punto de inflexión definitivo en el tratamiento público de los RCDC’s. En concreto fue el caso del novio y su RCDC el que acabó en las portadas de los periódicos. En resumen, el novio llegó a la iglesia en una calesa cordobesa acompañado de su flamante RCDC, y que no se separó de él en ningún momento; éste RDCD personificaba el regalo que hacía 6 meses le habían hecho sus futuros suegros en lo que constituyó el acto de la petición de mano. En el momento de la sacramentísima comunión, en plena ceremonia, el RCDC se le acercó por detrás al novio y alcanzó a decirle en voz queda:

“Usted ya ha desayunado satisfactoriamente hace 2 horas, Señor, en su situación debería abstenerse de ingerir ni tan siquiera ésa fina oblea de trigo mojada en vino de misa que le aportará 1,75 kcal, Señor”.

Pero no quedó ahí la cosa; ya en pleno banquete de boda, justo después de cortar junto a la novia la tarta nupcial con una espada samurai ad hoc y tras ser informado puntualmente por parte de su RCDC que el trozo de tarta que había cortado era desproporcionado para sus intereses “Señor” y demás blablablas y etcéteras “Señor”, el novio se volvió súbito y tras proferir un sonoro “¡estoy hasta los mismísimos huevos de tiiiiiiii, quiay!” decapitó al dietista robótico de un preciso y limpio tajo oblicuo que, empezando por el lado izquierdo a la altura del cuello y acabando a la altura de la cadera derecha, dejó dos curiosas mitades del RCDC desparramadas por el suelo. Aquella fue la fatídica sentencia y ejecución de Controlo (tal era el nombre de aquella unidad de RCDC) ejecutada con la precisión de quien lleva toda una vida practicando Iaido? y que aquel día se casaba con su novia de siempre, Mari Lourdes. También quedaron en el suelo, quirúrgicamente apartados de la mano derecha de Controlo, tres dedos. Y una catana Teruhide con su hoja babeando una especie de fluido o moco azul fosforescente, una de las imágenes “estrella” en todos los medios de comunicación.

Aquellos hechos representaron el punto de no retorno en lo que se refiere a la imagen social que la población tenía de los RCDC’s. En poco tiempo, los inicialmente ufanos propietarios de una flamante unidad APPLEDIET-1000 empezaron por desconectarlos a la hora de comer para terminar por apagarlos definitivamente…. (CONTINUARÁ)

————————————————————————–

¿Cómo se repuso la Dietetic & Robotic Corporation de aquel revés?

¿Qué ocurrió con la serie APPELDIET-2000 para que sólo hubiera un prototipo?

¿Conseguirá Mesura ser parte de la Solución Total a los problemas de obesidad?

¿Murió algún humano en la búsqueda del perfecto RCDC?

EL VIERNES QUE VIENE, EL SIGUIENTE CAPÍTULO DE “MESURA”

—————————–

Foto de C3PO: kev/null

Foto Iaid?: Ametxa