¿Son tan malos los “alimentos procesados”?

La sola mención de la expresión “alimentos procesados” cuenta con un estigma negativo ya que en muchas ocasiones se relaciona su consumo con la creciente, y aparentemente imparable, epidemia de obesidad, con la hipertensión y también con la diabetes de tipo II. Sin embargo, el procesado de los alimentos no debe ser contemplado como una condición sine qua non para machacar la reputación de un determinado alimento.

 

Algunas personas quizá se sorprendan al conocer que en su supermercado muchas de las opciones alimentarias pueden tener la categoría de ser procesados y formar parte al mismo tiempo de una buena opción dietética. La fruta troceada, la verdura precortada y embolsada o un bote de conserva de garbanzos “al natural” son productos procesados pero perfecta y recomendablemente adecuados dentro un patrón de alimentación saludable.

En esencia, se trata de atribuir categorías al “procesamiento” de todos estos productos, de analizar su nivel de manipulación, adición o eliminación de sus ingredientes y, en definitiva, de tener en cuenta más el resultado final que el grado de manipulación.

De esta forma en los lineales del super podemos ordenar de menos a más los distintos productos a la venta en base a su manipulación:

  • Alimentos mínimamente procesados, como las espinacas en bolsa u otras verduras y hortalizas preparadas para su consumo o cocinado; o también los frutos secos sin cáscara si mayor adición de ingredientes. En estos casos, muchos de ellos se encuentran así preparados para facilitar su consumo con una mayor comodidad.
  • Alimentos que han sido sometidos a algún proceso tecnológico (habitualmente cocción o congelación) en su mejor momento con el fin de aportar un grado de frescura y de calidad nutricional equilibrados. Este sería el caso, por ejemplo de conservas de legumbres “al natural”, las verduras congeladas, y algunas conservas de pescado y marisco.
  • Productos con ingredientes añadidos con el fin de mejorar sus cualidades organolépticas, normalmente de sabor, aspecto y textura, tales como edulcorantes, especias, aceites, colorantes y conservantes. En este grupo se incluirían las salsas típicas para pasta, aderezos para ensaladas, lácteos fermentados, etc.
  • Productos que se presentan listos para comer, tal cual, y que suelen estar mucho más “procesados” tal es el caso, por ejemplo de las galletas, los cereales y los embutidos.
  • Y por último los alimentos altamente procesados que son con mayor frecuencia las recetas de platos congelados o precocinados, las pizzas congeladas o los platos para meter en el microondas y comer, entre otros.

 

Aspectos positivos de algunos alimentos procesados

En mi opinión, la principal ventaja de según qué manipulaciones estriba en hacer disponibles, en facilitar, el consumo de algunos alimentos que están en la base de la mayor parte de las recomendaciones. Tanto las verduras como las hortalizas limpias y embolsadas, precortadas o enteras (mezclum de lechugas, acelga, cardo, borraja, etc.) son la opción de conveniencia para un público que no disponga de mucho tiempo o que esté ocupado y que quiera contar con una alta calidad nutricional. Lo cierto es que suelen ser opciones más caras, pero si la alternativa es pagar menos y prepararlo cuando se sabe de antemano que no se va a hacer, esta es, sin duda, una mejor opción. Son fórmulas que facilitan el comer más vegetales. Este sería el caso también de las legumbres cocidas al natural, de la fruta preparada para comer (pelada y cortada) o incluso de los alimentos frescos congelados.

Al mismo tiempo algunos alimentos en base a su manipulación y procesado han podido mejorar sustancialmente su perfil nutricional. Uno de los ejemplos más representativo de este caso serían los productos lácteos cuando se les elimina todo o parte de su contenido graso. En este caso mucho de ellos se convertirían en los conocidos como alimentos funcionales, con todos los pros y contras que el concepto en sí mismo lleva aparejado.

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Foto 1: israelavila

Foto 2: coofdy