¿Quién es el responsable de agitar el avispero de las dietas milagro?

Hornet question_ Kratka PhotographyMe lo tomo con buen humor aunque sinceramente no encuentro demasiados argumentos para hacerlo así.

A principios de mayo del año pasado publiqué una entrada titulada “El secreto de las dietas y productos milagro: Decir lo que queremos oír” en la que empezaba por destacar la rítmica aparición de uno de los hitos anuales en lo que a dietética se refiere, es decir el resurgir de remedios adelgazantes a mediados de la primavera. “La operación bikini” la llaman algunos, algo que sin duda se ha convertido en todo un clásico sólidamente establecido. Pero la de este año, aunque la esperaba más tarde o más temprano (siempre llega) me ha pillado a contrapié. Lo reconozco. A contrapié sí, y con la bufanda colgando, las botas de agua y el cuello del abrigo subido. El caso es que ya me están empezando a pitar los oídos con nuevas dietas cómodas, fáciles, eficaces, supersencillas y placenteras. Las he encontrado ya en suplementos dominicales y a través de las preguntas de conocidos que han oído hablar de ellas antes que yo.

Como hice señalar en su día, no sé si el Corte Inglés tiene algo que ver ya que también la semana pasada cayó en mis manos el primero de los catálogos con su primaveral propuesta para estar a la moda.

¿He dicho antes “nuevas” dietas? Perdón, lo cierto es que no, salvo una honrosa excepción, todas las “novedades” que llevo oídas son más viejas que el NO-DO y la mayor parte de ellas consisten en un refrito de postulados más o menos conocidos, algunos incluso se podrían catalogar a estas alturas de vintage. Dietas vintage, eso es.

El primero en abrir la caja de los truenos fue mi amigo y vecino de blog Alfred López (Ya está el listo que todo lo sabe) al preguntarme si conocía “la dieta de la enzima prodigiosa” a la que le reconozco tanta originalidad como desatino en sus planteamientos; esta es la que me sorprendió por su novedad (era la primera vez que la oía mencionar). El caso es que al parecer no sé si él o un conocido suyo la oyó mencionar en la última edición de Gran Hermano (indudable foro, como todos sabéis, de pensamientos profundos y ciencia en estado puro).

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Al poco tiempo el bueno de Alfred me volvió a preguntar si conocía la “dieta exenta de gluten”, pero no desde un punto de vista terapéutico como tratamiento dietético para un celiaco, sino para todo el mundo, para ganar en salud general, detener el envejecimiento y cómo no, también para adelgazar. Es decir para lograr todas esas promesas tan grandilocuentes como huecas cuando se le atribuyen a una dieta milagro (Nota: No se me malinterprete, la dieta exenta de gluten es un tratamiento válido –de hecho es el único- para el abordaje de la enfermedad celiaca). Claro que sí la conozco, le confesé, de hecho uno de sus últimos resurgimientos fue hace dos o tres años cuando Novak Djokovic fue el punto en el que diversos medios de comunicación hicieron palanca para su difusión. Parece que tengamos memoria de pez, ya sabes al estilo de Dori en “Buscando a Nemo” de Disney-Pixar.

Y ya la guinda esta semana la puso un artículo en el “Magazine” de El Mundo con el seductor titular de “Así se adelgaza ahora”. Al parecer, en este artículo se nos trata de vender como actuales, modernas y novedosas dos estrategias dietéticas que en realidad son a las que más se les puede aplicar el calificativo de dietas vintage. Se trata de “la dieta rápida” (en resumen ponerse hasta las trancas durante 5 días a la semana y semi ayunar los otros 2) y la “dieta alcalina”, ya sabéis esa gilimemez de catalogar y consumir alimentos en base a su pH para “depurar” el organismo. Algo tan “bonito” como inútil.

En fin, el caso es que hoy no tengo demasiadas ganas de ahondar en cada uno de estos planteamientos dietéticos, pero sí de hacerme eco de una inquietud que me trasladó el bueno de Alfred López: ¿Qué responsabilidad tienen los periodistas, los tertulianos o las personas que no son profesionales de la dietética a la hora de decir que una determinada dieta adelgazante está o se va poner de moda esta temporada? ¿Qué argumentos tienen para, sin una especial preparación, provocar que cualquier ciudadano termine siendo víctima de ellas? Y como víctima entiéndase, seguro en el plano económico y, posiblemente en el de la salud.

Sí, ya sé que los artículos, al menos el del “Magazine”, cuentan con todo el rigor periodístico al plasmar opiniones tanto a favor como en contra de cada uno de los métodos, pero cuando la necesidad, o mejor dicho, cuando la desesperación por adelgazar aprieta, las opiniones en contra corren el riesgo de ser obviadas con mucha probabilidad. Y para demostrarlo podría citar algunos de los comentarios vertidos en este blog en los que algunos lectores manifiestan que les da igual que un sistema adelgazante sea más o menos dañino, que lo que quieren es perder mucho (peso) en poco (tiempo). Y además, ¿es que acaso quienes proponen y defienden no son también médicos y/o afines? (modo sarcástico: ON)

Lo dicho, me gustaría saber de quién parte la idea de promocionar una u otra dieta un año y al año siguiente otra.

¿Hasta que punto se pueden (o deben) conciliar los intereses económicos de los medios y de los autores de las dietas más disparatadas? ¿No debería exigirse a algunos periodistas un poco más de responsabilidad social?

Me despido con una frase de José Luis Sampedro que ilustra bastante bien mi parecer en este terreno:

[…] la prensa empieza a bombardearnos con novedades científicas, no siempre con rigor. Muchas veces buscando impactar o, como suelo decir, con más intención de deslumbrar que de iluminar.” (La ciencia y la vida –Pág. 170-)

Si quieres puedes encontrar un resumen de las principales características de las dietas milagro en esta entrada: ¿Cómo sé si una dieta es “dieta-milagro”?

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Foto avispa: Kratka Photography

Foto Dori: vanee$$aa:) en desmotivaciones.es