¿Adelgazar a base de masticar chicle?

Chewing_gum_stickSé que la idea puede parecer de bombero. Bueno en realidad lo parece y también lo es, pero hay gente (¿seria?) que se ha llegado a plantear esta cuestión. El punto de partida es muy sencillo: para masticar hace falta invertir una cierta cantidad de energía, mayor que el no hacerlo, y si el chicle no aporta energía, al final se genera un gasto que podría contribuir a la pérdida de peso. Otra teoría (insisto, una teoría) es que el masticar pueda ayudar a aplacar el apetito. No digo a eliminar, pero si al menos a reducir en cierta medida unas ciertas ganas de comer.

Así que, en definitiva, no resulta tan ridículo el poder llegar a teorizar acerca de que el masticar chicle termine por ayudar a perder peso. Como te decía, por impensable que te pudiera parecer, hay gente que lo ha investigado.

Por ejemplo en 1999 en una carta al editor de la prestigiosa revista New England of Journal Medicine firmada por James Levine, un investigador  con bastante experiencia a sus espaldas en la investigación del cálculo del gasto energético, refirió haber estimado el gasto calórico “extra” por el hecho de mascar chicle. Para ello contó con 7 sujetos no obesos a los que midió su gasto energético en reposo y luego mientras masticaban un chicle sin calorías durante 12 minutos y a una frecuencia prestablecida de 100 batidas de mandíbula por minuto marcada por un metrónomo (¡menuda tensión!). Pues bien, se halló que el masticar chicle suponía un aumento medio del gasto energético de unas 11 kcal por hora más que si no se mascaba chicle. Es decir, masticar chicle supone un 19% más de gasto que si no se mastica. Con esta cifra como referencia el investigador se aventuró a afirmar que masticar chicle mientras se está despierto, al cabo de un año podría propiciar pérdidas de peso de hasta 5 kg. Conclusión que al menos a mí me parece un poco precipitada y fuera de lugar. ¡Perder 5 kilos en un año por masticar chicle! Veamos, este dato se obtiene de extrapolar el resultado del gasto por estar masticando durante 12 minutos (solo 12 minutos) a hacerlo durante todo el tiempo de vigilia (al menos no implicaría seguir masticando mientras duermes, algo es algo) y además con esa frecuencia. Sinceramente, me parece desproporcionado.

Desproporcionado en especial cuando en el mismo escrito el autor señala que el incremento del gasto con respecto al gasto basal por el hecho de permanecer de pie es del 11% y que, por ejemplo, del 106% por caminar 1,6 km. En mi opinión, al igual que no se debe, por que no se puede en la práctica, extrapolar los datos puntuales del incremento del gasto por andar 1,6 km, tampoco se deberían extrapolar los datos puntuales de masticar chicle durante 12 minutos.

Bubble gum_Enokson

Sin embargo, el tema del chicle da para estirarlo un poco más (como la propia goma de mascar) o al menos es lo que debió de pensar un equipo de investigadores en la Universidad de Alabama que en 2012 decidió llevar a cabo un ensayo clínico titulado:  Estudio controlado y aleatorizado sobre el uso del chicle para la pérdida de peso (más claro, agua) y publicado en la revista Obesity. Para ello, durante el periodo de intervención, 8 semanas (2 meses) 201 adultos con sobrepeso y obesidad, divididos en dos grupos, contrastaron la teoría de si el chicle (además de recibir información sobre alimentación adecuada) utilizándolo durante un mínimo de 90 minutos al día conduciría a mayor pérdida de peso que si solo se recibiera la información nutricional.

Y el resultado fue… que masticar chicle diariamente 90 minutos al día durante dos meses no facilita la pérdida de peso en adultos con sobrepeso y obesidad. La parte buena de este estudio es que se está bastante seguro que el grupo al que le tocó usar el chicle fue bastante escrupuloso en el seguimiento de esta pauta. Es decir, no es lo mismo que le digas a alguien que coma chicle todos los días durante dos meses, que le sugieras que corra durante hora y media todos los días.

Wrigleys Doublemint

Y para que conste de cómo sí se puede hacer buena ciencia desde la industria patrocinando investigaciones, el estudio fue patrocinado nada más y nada menos que por Wm. Wrigley Jr. Company, Chicago, IL, es decir, una empresa que fabrica y comercializa chicles. A pesar de lo negativo de los resultados para lo que me imagino les hubiera gustado a la empresa Wrigley, ahí está el estudio, publicado en una revista científica (y no en cualquiera)

Por último, nos queda el tema de si el masticar chicle pudiera aplacar las ganas de comer o el apetito. Algunas personas sostienen que el chicle les ayuda a reducir la ansiedad y que ello se traduce en una reducción de las probabilidades de picar. ¿Será cierto? Pues parece que en esto sí que hay algo más sustancioso y útil. Este estudio sostiene que el chicle podría ayuda a reducir el apetito, aun más, a reducir el deseo específico por comer algo dulce y a reducir la cantidad de comida ingerida en un picoteo. Y este otro, editado en la misma publicación que el anterior y firmado por el mismo autor, concluye de manera semejante. Pero el problema es que si bien parece que es posible que se reduzca en cierta medida el apetito y la ingesta, ¿se traducirá eso en una pérdida cuantificable del peso? Está claro que hacen falta más estudios al respecto.

Sinceramente y a modo de resumen, si adelgazar fuera tan fácil como el aplicar una solución consistente en masticar chicle, no creo que a día de hoy hubiera muchos obesos… salvo por su gusto. Que es cierto que en algunos casos el usar el chicle podría ayudar… pues pudiera ser cierto, pero no es ni mucho menos la madre del cordero.

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Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia

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Foto 1: Lusheeta vía Wikimedia Commons

Foto 2: Enokson vía Flickr

Foto 3: Hephaestos vía Wikimedia Commons