¿Puedo beber agua de mar, tiene algún beneficio? (Parte I)

Agua, agua por todas partes,
Sin embargo ni una gota para poderla beber.

 Samuel Taylor Coleridge, The Rime of the Ancient Mariner (traducido)

 

Mar

La pregunta no es baladí, para nada. Puede que estés en la playa o que estés a puntito de hacerlo; quizá hayas leído algunas de las excéntricas propuestas dietéticas que proponen beber agua de mar para conservar y/o recuperar la salud; o es posible que tu espíritu inquieto y de pequeño científico te hayan llevado a preguntarte que, si el agua es tan imprescindible… ¿de dónde demonios la sacan las especies marinas, más en concreto los mamíferos que viven en su medio?

Sea como fuere y sea lo que sea que hayas leído al respecto de obtener/recuperar salud a través de la ingesta de agua de mar no hagas ni repajolero caso, tienes más probabilidades de ponerte malito que de mejorar. Por otro lado, si eres un naufrago que está leyendo estas líneas y estás a la deriva con cientos de millas de agua de mar en todas direcciones, sin una gota de agua potable que llevarte a los labios y, curiosamente, con una conexión a Internet para poder acceder a este post, ni se te ocurra tratar de beber agua de mar para aplacar tu sed. El remedio será peor que la enfermedad, te deshidratarás antes que no bebiéndola y por tanto, antes también, es probable que fallezcas por deshidratación.

En este post y el siguiente voy a abordar (bonito verbo este de “abordar”, muy a colación del tema) diversas dudas a cerca del consumo de agua de mar, algo que tristemente hay quien está tratando de poner de moda y defiende a capa y espada (casi literalmente tal y como veremos mañana). Pero hoy no.

Hoy toca aclarar porqué no podemos (en realidad “debemos”) beber agua de mar para aplacar nuestra sed, y de dónde sacan entonces el agua precisa para sobrevivir aquellos seres vivos que siendo mamíferos como nosotros viven en el medio marino.

Necesitamos agua y necesitamos sal ¿podemos entonces beber agua de mar?

La respuesta ha de ser clara: no. De ninguna de las formas, salvo que queramos tener un problema a corto plazo. El agua de mar es unas tres veces más concentrada en sales que nuestro plasma sanguíneo, una sangre muy similar en su concentración salina a la de todas las especies de mamíferos ya sean marinos, anfibios o terrestres. Así, si se bebe agua de mar se habrá de eliminar este exceso de sal produciendo una orina extremadamente salada (concentrada).

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La producción de orina en los riñones requiere de un primer paso de filtración en el glomérulo renal. En este proceso se “microfiltra” todo el plasma sanguíneo, incluyendo el agua y pequeñas moléculas como sales, pero no así las moléculas más grandes, ni tampoco evidentemente las células sanguíneas. A continuación hay que recuperar gran parte de esa agua “microfiltrada” y esta acción se lleva a cabo en el “asa de Henle” un largo túbulo a través del que se reabsorbe el agua. A mayor longitud del “asa de Henle” mayor capacidad tendrá esa especie de recuperar agua y mayor será por tanto la concentración de su orina.

La realidad nos dice que nuestros riñones tienen la capacidad de producir orina con una concentración ligeramente inferior a la del agua de mar, por tanto, si alguien bebe demasiada agua de mar, se desprenderá de más agua al orinar que aquella que bebió con el fin de librarse del exceso de sal.

Así pues, paliar la sed bebiendo aunque sean pequeños sorbos de agua de mar implica dar comienzo a un peligroso círculo vicioso: cuanta más se beba, más deshidratación y por tanto sed se padecerán. Como decía el infernal profesor de lengua de un amigo (@jesusmnavarrol): Segunda sed bebe quien bebe agua salobre.

Y los mamíferos marinos ¿beben agua de mar?

La respuesta rápida, sin complicaciones es: no. Si nos queremos complicar un poco la vida habría que decir que muy puntualmente algunas especies sí, pero no es lo habitual.

Entonces, si no beben agua y orinan (porque orinan) ¿de dónde sacan el agua para reponer la que excretan con la orina?

La respuesta rápida es: de la comida y, además, del agua procedente del metabolismo interno fruto de la obtención de energía a partir de los conocidos como principios inmediatos (grasas, proteínas e hidratos de carbono) ya que el agua es uno de los subproductos de este metabolismo.

Vamos con la explicación un poco más detallada: salvo un par de excepciones conocidas (manatíes y dugones), todos los mamíferos marinos son carnívoros y se alimentan de peces, plancton, krill, etcétera (dependiendo de la especie) que en definitiva son productos con un contenido de sal similar al de su propia sangre (o al de la nuestra) obteniendo el agua de aquella que se denomina “agua de constitución” de los alimentos que ingieren y evitando por completo el deshacerse del exceso de sal que supondría el ingerir agua de mar.

La cosa cambia de forma importante en el caso de los mamíferos marinos herbívoros (manatíes y dugones), ya que al fin y al cabo su alimento consta de una salinidad muy similar a la del agua de mar, una circunstancia pareja a lo que les sucede a crustáceos y moluscos (aunque estos evidentemente no sean mamíferos) que se alimentan de vegetales marinos. Centrándome en el caso de estos mamíferos se han observado bucles más largos en el “asa de Henle” mencionada, lo que les permitiría a estas especies, y solo a ellas, recuperar más agua a base de concentrar más su orina.

Para terminar, una curiosidad ¿beben agua dulce los mamíferos marinos?

Pues aunque te suene a chufla algunos sí que lo hacen cuando se les presenta la ocasión. Por ejemplo, se ha observado con frecuencia este comportamiento entre los manatíes de las salinas de Florida cuando se acercan a beber de una manguera abierta de la que brota agua dulce. Además también se sabe que algunas focas “comen” nieve con el fin, se supone, de aportar una cierta cantidad de este tipo de agua.

A pesar de lo dicho, aun sigue habiendo bastantes dudas sobre cómo consiguen este tipo de animales el equilibrio hidrosalino viviendo en el medio en el que viven, al menos de los detalles más finos de dicho metabolismo. De lo que no cabe la menor duda es que, para nosotros, “segunda sed bebe quien bebe agua salobre”.

Mañana, como no podía ser de otra forma, “la dieta del delfín” (sí, como lo oyes) y sobre los supuestos beneficios de beber agua de mar.

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Imagenes:  1 Charisma vía freedigitalphotos.net; 2 Burton Radons vía Wikimedia Commons