“Thigh gap” o el espacio entre los muslos, como peligrosa tendencia

Thigh gapIncreíble pero cierto, al parecer una nueva tendencia está haciendo furor entre las adolescentes femeninas allende los mares y amenaza con empezar a causar estragos entre las foráneas. De hecho, ya no se trata de una tendencia extranjera sino más bien generalizada. Este ridículo canon de belleza que al parecer está considerado como el súmmum de la exquisita delgadez, es conocido por la expresión inglesa que lo define textualmente thigh gap (es decir, “espacio entre muslos”) consistente en presentar un espacio libre, visible entre ambos muslos, mientras se mantienen las piernas (más o menos) juntas. En este enlace puedes ver algunos ejemplos.

Como de costumbre con las modas de este estilo uno de los riesgos es que además de afectar a la población adolescente se termine generalizando entre la población femenina y deje de ser observado como una extraña moda, más o menos pasajera, entre la población juvenil.

El verdadero peligro radica en retroalimentar el delicado universo de los trastornos de la conducta alimentaria, la bulimia nerviosa y sobre todo, la anorexia nerviosa. Un mundo que se nutre a menudo de estos pequeños logros u objetivos. Hoy es el thigh gap, ayer fue el marcar el hueso de la clavícula (otro clásico entre las aquejadas por esta problemática), que se pongan de relieve todas las costillas o dejar “al desnudo” el hueso de la cadera… ya veremos qué viene mañana.

La mayor parte de las fuentes consultadas tanto nacionales como extranjeras y que se hacen eco de esta tendencia, hacen descansar en su origen a las pasarelas de la moda, evidentemente en la elección de modelos demasiado delgadas (“modelos” de qué me pregunto yo) y más en concreto en aquellas que trabajan para una determinada marca de ropa interior femenina, Victoria’s Secret. No seré yo quien lo ratifique, pero desde luego tampoco quien lo desmienta. Tras un vistazo a su página web (a la sección de “braguitas”), dan ganas de invitar a muchas de las modelos que ahí aparecen a un reconstituyente. Están famélicas. Sonrientes, pero famélicas. Con cara de viciosas, pero famélicas. Famélicas.

Hace unos pocos años (2006) la pasarela Cibeles saltó a los titulares de prensa, además de por lo que le corresponde, por instaurar la norma de no dejar participar a modelos con un índice de masa corporal (IMC) por debajo de 18. Está claro que la medida, además de polémica y claramente arbitraria (y malamente arbitraria, digo yo) no tuvo mucho impacto y/o seguimiento por muchas de las marcas que se dedican a la moda femenina. Tal y como reflejó “El Mundo Todayen este enlace (es broma) además del consabido IMC, me parecería más efectivo el que las modelos participantes en las pasarelas internacionales demostraran que pueden comerse (sin vomitarlo después) un McMenú (aunque yo, si me lo permite “El Mundo Today” cambiaría ese McMenú por una fabada asturiana o un cocido madrileño con todos sus sacramentos).

El caso es que como supongo te imaginas, ya tenemos entre nosotros dietas, productos, ejercicios, rituales, etcétera para conseguir el tan ansiado thigh gap. Como puedes suponer todos súper sanos y súper-súper recomendables. Con ellos, ya lo verás, florecerán como las setas en primavera los pseudoprofesionales y sus pseudoremedios infalibles que te ayudarán en un tiempo récord (máximo dos o tres semanas) a tener un thigh gap por el que pueda pasar un tranvía mientras mantienes las piernas juntas.

En definitivas cuentas esto del thigh gap no deja de ser una peligrosa tendencia más que, anclada en unos cánones de belleza absurdos y posiblemente dañinos, termine por incentivar tanto los demasiado favorecidos trastornos de la conducta alimentaria como la charlatanería sanitaria.

Un signo más de los ridículos tiempos que nos ha tocado vivir.

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Imagen: photostock vía freedigitalphotos.net