Desnutrición y malnutrición no son sinónimos. En Cataluña tampoco

Niña pastelPor desnutrición se entiende el déficit, la falta de nutrientes que puede ocasionar alteraciones del crecimiento o del desarrollo, menor resistencia a infecciones, una mala o más lenta curación de lesiones, y una peor evolución clínica de diversas enfermedades. Todo ello puede y suele acarrear un aumento de la morbilidad y de la mortalidad. Las causas de desnutrición son diversas y se pueden deber a: una ingesta escasa e inadecuada; a la alteración de los procesos de digestión y absorción de nutrientes; a un proceso metabólico alterado; o a una excreción aumentada de los nutrientes en cuestión.

Por su parte, la malnutrición, consiste en el seguimiento de patrones dietéticos inadecuados pudiendo ser incorrectos tanto por el defecto o la falta de nutrientes como por el exceso. Por tanto, la alimentación excesiva, la malnutrición por exceso también presenta, lo sabemos bien, problemas importantes tales como la obesidad, diabetes, algunas cardiopatías, hipertensión y el conocido como síndrome metabólico.

Y ¿a qué viene esto? Esto viene a colación de la noticia que hace una semana supimos de manos del Síndic de Greuges de Catalunya quien en diversas notas de prensa relativas al lanzamiento del Informe sobre la Malnutrición Infantil en Catalunya hacía este resumen de la situación:

Cerca de 50.000 niños catalanes tienen “severas” privaciones alimentarias fruto de la pobreza de sus familias y 751 menores de 16 años sufren desnutrición, con una media de edad de cuatro años y el 25% de ellos bebés.

En la mayor parte de los medios de comunicación en los que pude leer, ver y escuchar esta noticia se hacía un especial hincapié en la crisis económica como elemento causante de esta situación, ya fuera de forma directa o más o menos velada. Todo ello a partir de titulares bastante alarmantes.

El caso es que dos colectivos de pediatras (la Secció d’Atenció Primària de la Societat Catalana de Pediatria y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria) han salido al paso para aclarar algunos de los posibles malentendidos que podrían suscitar el informe del Síndic de Greuges de Catalunya. Su posicionamiento lo puedes leer aquí. En él, una vez aclarado qué son malnutrición y desnutrición y cómo se deben emplear para no causar alarma, hacen el siguiente resumen sobre este tema:

En definitiva, podríamos afirmar que en Cataluña hasta el momento no puede hablarse de desnutrición en la población infantil por motivos económicos, pero nos preocupa seriamente que pueda ocurrir en un futuro más o menos cercano.

Tal y como menciona la nota antedicha el mayor problema al que se enfrenta en la actualidad nuestra sanidad pública (Catalana o de cualquier otra comunidad autónoma) es más la malnutrición excesiva. Sin hacer de menos a los posibles casos de desnutrición y habiendo de estudiar previamente las causas de cada uno de esos casos (ya hemos visto que puede haber varias, no solo la privación económica) el verdadero problema es el exceso de peso de la población española. Su malnutrición. Dependiendo de la fuente consultada y en el caso de los niños y adolescentes, con datos válidos para todo el panorama nacional (incluida Cataluña) el sobrepeso y la obesidad infanto-juveniles afectan a entre una cuarta parte y un tercio de la población total… Eso sí que es un problema.

Un problema que además puede ser doble. No es para nada improbable pensar en la posibilidad de encontrar casos de malnutrición por exceso y desnutrición al mismo tiempo. Es decir, niños, niñas, jóvenes (y también adultos) que al tiempo que presentan exceso de peso cuentan con algún déficit nutricional. Los déficits de hierro, calcio y algunas vitaminas son frecuentes en nuestro entorno a causa, al mismo tiempo, de una alimentación sobredimensionada en sus calorías y deficitaria en algunos nutrientes claves.

Una de las cuestiones que podría explicar esta aparente paradoja y que además echa mano de la complicada situación económica actual para explicarse queda reflejada en la reflexión de esta entrada en la que pongo de relieve que quien teóricamente dispone de menos recursos económicos, suele aprovecharlos peor. Por tanto, quizá me equivoque, creo que sería relativamente fácil realizar mejores elecciones en la cesta de la compra que las que actualmente hacen muchas de esas familias con presupuestos  ajustados.

Al menos así lo dice mi experiencia personal. En el súper he visto los carros de la compra de familias claramente modestas y, por el mismo precio que pagaron, opino que podrían haber hecho elecciones mucho mejores. En esta misma línea y elocuente por sí sola, es la información que el propio informe del Síndic de Greuges hace en la tabla de la página 25 sobre la frecuencia de consumo de bebidas y productos azucarados y snaks por parte de los niños en función de su origen socioeconómico: en general, a menor “clase social”, mayor frecuencia de consumo de estos productos y también en general mayores cifras de obesidad. Sin embargo, y esta es la razón que justifica esta entrada, la obesidad en el mencionado informe pasa de puntillas y no se hace la menor referencia importante a la misma.

Así que, es cierto, la situación económica no acompaña, pero la cultura alimentaria-culinaria-nutricional de la población tampoco.

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Imagen: Stoonn vía freedigitalphotos.net