La conquista del estilo de alimentación americano

samandale vía freedigitalphotos.net
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Antes de empezar déjame que aclare que con este título EEUU se come todo el marrón, pero es lo que hay. Si bien no sé en qué medida tienen “la culpa”, lo que sí está claro es que tienen mucha; como digo, puede ser que toda.

Sé que el público lector de este blog tiene un rango de edad muy variopinto pero yo, o sea su autor, ya tiene una cierta edad y por lo tanto una cierta perspectiva sobre cómo han cambiado las cosas de un tiempo a esta parte.

Empezaré confesándome. En mi más tierna infancia y adolescencia abrazaba y perseguía de todo aquello que tuviera una especie de aura del tipo american way of life. Lo americano triunfaba, y a mí y a tantos otros este tema nos tenía francamente abstraídos. Y que mejor forma de demostrarlo que vivir como ellos y por supuesto comer como ellos. Por ejemplo, a principios de los ’80, cuando un servidor contaba cerca de 12 años, pisé un Burger King por primera vez, fue todo un hito, una experienciaque que aun guardo fresca en mi memoria. Fue en Benidorm, estábamos de vacaciones y no quiero ni pensar la tabarra que les debí dar a mis padres hasta que conseguí que me llevaran. Verse allí molaba, era guay, cool.

Otro ejemplo, la Cocacola, siempre en botella de vidrio y de litro. Era todo un icono que se abría en ocasiones especiales y se bebía como un elixir de felicidad, ya sabes, la chispa de la vida, y al mundo entero quiero dar un mensaje de paz y todo eso… Encargar o comer pizza era toda una declaración de estilo… de estilo americano. Ya ves; pero era ése estilo al que muchos de mi generación aspirábamos.

Hoy todo ese estilo ya se ha popularizado tanto que no tiene mayor sentido eso de jugar a hacer lo que hacían (y en no poca medida siguen haciendo) los americanos. Hacemos “lo normal” y eso quiere decir, hacer lo mismo que ellos: nos hemos americanizado. O si lo prefieres nos han Cocacolonizado tal y como decía en esta entrada que te sugiero no dejes de leer.

Un americano a roma

En mi descargo puedo argumentar que nuestras aspiraciones eran el resultado de una intensa campaña publicitaria general que, con indudable éxito, nos vendía ese modus vivendi tan deseable al menos en apariencia. Y tengo ejemplos, ya que si bien lo que hasta aquí he relatado es fruto de mis particulares vivencias, en el vídeo de abajo tienes una muestra de lo que te quiero decir pero en la Italia de 1954. En la película Un americano a Roma dirigida e interpretada por Alberto Sordi (traducida como “Un americano… de Roma”) se relata en tono de humor la vida de Nando Moriconi, un joven romano obsesionado con todo aquello que oliera a americano. En esta peli merece la pena destacar la escena en la que Nando se enfrenta al momento de la comida y repudia todo aquello que le liga a sus raíces italianas (Maccheroni, maccheroni, questa è robba da carrettieri) y prefiere (al menos al principio) los alimentos típicos americanos. Te dejo con el vídeo y a continuación la traducción, más o menos, del monólogo.

¡Macarrones!… macarrones, esto es un alimento para vagos, yo no como macarrones, yo soy americano soy… ¡vino tinto! yo no bebo vino tinto… sabéis que soy americano y los americanos no beben vino tinto ni tampoco comen macarrones… los americanos comen mermelada, mermelada… ¡es una cuestión de ser americano! Yogurt, mostaza… es por estas cosas que los americanos les ganaron a los apaches, ellos luchan contra los indios… los americanos no beben vino tinto ¡beben leche! Por eso no se emborrachan, ¿habéis visto alguna vez un americano borracho? Yo no he visto nunca un americano borracho… ¡los americanos son fuertes! Joder, por eso no se puede luchar contra los americanos! Los americanos comen mermelada, mermelada… macarrones… mecagüen la mar. Yo os desprecio macarrones… Vosotros que me miras con esa cara intrépida que parece la de un gusano… macarrones… esto es asunto de americanos, ¿lo veis? Yogurt, mermelada, mostaza… ¡la mostaza! Cómo sino sin la mostaza… un poco de leche, ¡estas son las cosas que comen los americanos! ¿lo veis?: cosas sanas, con sustancia… macarrones…
¡Qué guarrada!… los americanos… ¡oh, los macarrones! me habéis provocado y ahora os voy a destruir… os voy a comer. Esto se lo damos al gato (leche), esto se lo damos al ratón (yogurt) y con esto matamos los chinches (mostarda) y yo bebo leche [y le arrea un lingotazo al vino tinto]. Soy americano ¡oh… gusanos yo os como!

Si bien mis inclinaciones infanto-adolescentes eran las que te he contado, hoy reniego (tal y como lo termina por hacer Nando al final de la escena). No diré que no bebo Cocacola nunca, ni que jamás piso una franquicia  de hamburgueserías, porque mentiría. Pero desde hace mucho tiempo, a diferencia de hace unos cuantos años, procuro hacerlo lo menos posible. El caso es que otra de las cosas que han cambiado, y aquí quería llegar yo hoy, es que si bien hace años había que casi que buscar y forzar este tipo de hábitos alimentarios hoy lo que resulta verdaderamente difícil es sortearlos. No creo que en este instante estés donde estés, estés a menos de 10 minutos de cualquier cadena de hamburgueserías, que no puedas pedir una pizza por teléfono o que no puedas adquirir una lata de refresco en la típica máquina de vending en menos de 5 minutos. ¿Quieres ver a lo que me refiero con un ejemplo de publicidad?. Pues mira este vídeo


Tal y como comentaba en esta entrada nos alejamos con pasos de gigante de nuestro, más o menos original y tradicional estilo de vida mediterráneo. Con el agravante de que como seguimos estando en España seguimos creyendo que ese estilo sigue siendo mediterráneo. Pero va a ser que no: tomarse una pizza prefabricada en Ibiza en la orilla del mar está más cerca del estilo americano que del mediterráneo, y más si repites a menudo ese mismo tipo de conductas (estés donde estés) y la acompañas de un refresco.

Así pues, si cara al año que viene (y al que viene, y al que viene, al que viene…) quieres hacer algo para mejorar tu alimentación trata de hacer las cosas mejor, de comprar las materias primas que luego vayas a comer, de cocinar, de disfrutar de la mesa y de incluir muchos más alimentos vegetales frescos y de temporada (verduras, legumbres, hortalizas, frutas, cereales integrales, frutos secos…) al tiempo que aparcas aquellos otros alimentos más procesados o listos para comer.