¿Cuánto beneficioso resulta el haber recibido lactancia materna?

Lactancia materna 2Al parecer mucho. Así lo pone de manifiesto un reciente artículo de revisión al respecto de la evidencia científica sobre el impacto en la salud del adulto en virtud de haber recibido o no lactancia materna en su momento.

Con el título de The protective effects of breastfeeding on chronic non-communicable diseases in adulthood: A review of evidence (“Una revisión de la evidencia sobre los efectos protectores de la lactancia materna en la salud del adulto con respecto a las enfermedades no transmisibles”) este reciente artículo deja las cosas meridianamente claras; o al menos apunta ciertas hipótesis bastante probables que no por conocidas dejan de ser importantes a la hora de hacerlas destacar.

A pesar de que a día de hoy en la literatura científica esta relación resulta controvertida a largo plazo (el haber recibido lactancia materna o no frente a gozar de una determinada salud en la adultez) este artículo sugiere que existe un creciente cuerpo de evidencia que apunta a que la lactancia materna desempeña un papel protector ante enfermedades metabólicas y no contagiosas en la edad adulta como por ejemplo la obesidad, la hipertensión, la alteración de los lípidos plasmáticos (colesterol, triglicéridos) y la diabetes tipo II. Así, además de los conocidos beneficios a corto plazo, el fomento de la lactancia materna podría prolongar sus salutíferas ventajas a largo plazo tanto en lo que se refiere a las personas individualmente consideradas como a las repercusiones que estas enfermedades, importantes en cuanto a su gravedad y prevalencia, tienen en el tejido social de una determinada población.

Sin hacer de menos al impacto de las enfermedades contagiosas en el tercer mundo, es preciso ser consciente que las denominadas como enfermedades crónicas no transmisibles (enfermedad cardiovascular, cáncer, enfermedad respiratoria crónica, diabetes, etc.) son la principal causa de mortalidad en buena parte del mundo, en especial en países y entornos con ingresos medios y bajos.

Como siempre en estos casos el nivel de evidencia atribuible a este tipo de estudios resulta bastante controvertido ya que se basa en el análisis, siempre, de estudios observacionales, y estos frente a aquellos denominados “clínicos” o “de intervención” aportan una mucho menor potencia “probatoria” del asunto en observación. Lo malo, es que algunas cuestiones (como lo es esta) no pueden estudiarse de otra forma, me explico. Es difícil por no decir imposible, el planificar un estudio de intervención con una muestra lo suficientemente grande a la que, como es el caso, a una parte se le “obligue” a dar el pecho a su descendencia y a la otra no, con el fin de observar luego en la edad adulta de esos niños originales el posible impacto que sobre la salud tuvo el que recibieran lactancia materna o no. Y si eso es difícil, no hablemos, además, de la posibilidad de controlar las innumerables variables que sobre esa salud pueden intervenir más allá de la mencionada lactancia materna, que en este caso sería la variable objeto de estudio. Por eso, las conclusiones de este tipo de estudios de revisión sobre estudios observacionales hay que acogerlos con cierta cautela.

Sin embargo, los estudios observacionales y de revisión cuentan a su favor con la potencia de tener en cuenta grandes poblaciones, muchos estudios (todos aquellos con la suficiente calidad científica como para ser tenidos en cuenta) y grandes periodos de tiempo.

Sea como fuere, aunque controvertidas hasta cierto punto, las disquisiciones al respecto de si la lactancia materna tiene o no un efecto protector en las enfermedades no transmisibles del adulto consta de dos posibles respuestas: o es que no, o es que sí, pero teniendo en cuenta que hasta la fecha no se han puesto sobre la mesa efectos negativos la lactancia materna ofrece muchas más posibles ventajas tanto a corto (más que posibles en este caso) como a largo plazo. Es decir, la lactancia materna es, frente a su alternativa, una opción que sobre el papel ofrece un aumento de las posibilidades de salir ganando. Yo, si pudiera, no me lo pensaría.

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Imagen: Jomphong vía freedigitalphotos.net