Balón intragástrico para adelgazar: al principio sí, pero al final no

Supongo que la mayor parte de vosotros ya conocerá lo que se conoce como “balón intragástrico” referido a aquella técnica que se emplea para adelgazar. Se trata de introducir un objeto, en este caso el consabido balón de silicona (aunque en realidad por su tamaño podríamos hablar más bien de “pelota) en el estómago. De esta forma, obtenemos un espacio constantemente reducido en el estómago de modo que: 1º se limita la cantidad de alimentos que se pueden ingerir y que van a ir a parar al estómago y, 2º se consigue una sensación de saciedad más temprana con menos comida. En resumen se come menos y por tanto se adelgaza. Este es el mecanismo, simple.

Por lo general, hoy en día, tanto la implantación del balón como su retirada no requiere de cirugía mayor, ni de anestesia general, se realiza bajo sedación. Se mete deshinchado, se hincha una vez emplazado, pasado un tiempo (sobre los 6-7 meses) se deshincha, y se saca. Puedes ver un esquema del procedimiento en este vídeo.

Como ves, se trata de una técnica de quita y pon. Mientras está implantado el paciente come menos y, al mismo tiempo y según la teoría, el paciente “aprende” a comer de forma adecuada. Siempre que esté convenientemente asesorado, claro (aquí es donde debieran participar de forma indefectible los dietistas-nutricionistas)

Pero funciona o no funciona

Pasando por encima de sus pros y sus contras, que los tiene, lo más relevante es su eficacia (teniendo en cuenta que las cuestiones relativas a su seguridad suelen ser de menor importancia). Y la respuesta rápida es que al principio se consiguen importantes pérdidas de peso, pero… Sin embargo, a largo plazo, dos o más años por ejemplo, su eficacia es bastante escasa si comparamos esta intervención del balón intragástrico con cualquier otra denominada “tradicional” en el tratamiento de la obesidad grave.

Hay infinidad de estudios que valoran los resultados de esta técnica. Aquellos que observan una cantidad de tiempo suficiente, vienen a decir lo mismo, al principio sí, pero al final no. Que creo es de lo que se trata. Por ejemplo, esta revisión Cochrane de la literatura científica basada en la evidencia, concluye de forma bastante contundente:

Si se compara con el tratamiento convencional para la obesidad, no existe evidencia convincente de que el uso del balón intragástrico implique una mayor pérdida de peso.

Hay que decir que en el anterior estudio los resultados estaban referidos a largo plazo. Por eso, dado que se trata de una técnica temporal (se pone, y pasado un tiempo se quita) la clave radica en la motivación del paciente hacia el que habría de ser definitivo, cambio de hábitos alimenticios basados en una dieta bien organizada y un programa de modificación del comportamiento. Por eso, en este mismo artículo también se valora el precio de la técnica frente a su utilidad:

Precisamente por la escasa evidencia del beneficio adicional que puede aportar el uso del balón intragástrico en la pérdida de peso, se debe considerar su coste [muchas veces importante] frente a los programas de modificación del comportamiento alimentario.

Así pues, la clave del éxito señalada por la práctica totalidad de los estudios realizados a largo plazo consiste en la implicación del paciente desde el principio en el cambio de hábitos. Así lo señala este otro estudio 500 intragastric balloons: what happens 5 years thereafter? (¿Qué pasa cinco años después de haber implantado 500 balones intragástricos?)

El uso del balón intragástrico parece ser eficaz para perder peso y mantenerlo en largos períodos de tiempo, bajo la condición sine qua non de la implicación del paciente en el cambio del comportamiento alimentario desde el primer instante en el que comienza el tratamiento.

Es decir, lo difícil es lo de siempre, hacer lo que conviene sin ayuda externa, ya que cuando la ayuda es “interna” (cuando el balón está implantado) todo es más fácil de cumplir.

No sé, a mí en particular, y sin hacer de menos la ayuda puntual que puede suponer en unos (pocos) casos, y que habría que valorar en vez que usarlo de forma casi indiscriminada ante cualquier persona que lo solicite, esto del balón intragástrico siempre se me ha antojado una especie de “pan para hoy y hambre para mañana”… y sin dobles sentidos.

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