¿Hace cuánto que no vas a una boda (o a su banquete)?

Carta_boda (460x640)En realidad el tiempo que haya pasado da exactamente igual. En mi caso, mi última boda como invitado, fue el fin de semana pasado. Y me quedé de piedra, una vez más, en lo que se refiere al “convite”. Aun me extraña que me extrañe, pero es que no consigo entender como se puede planificar tanta comida para una única “comida”, ya sea boda de mañana o de noche.

Ni que decir tiene que estoy agradecidísimo a los novios, estoy seguro que tanto ellos como muchos otros lo hacen con toda la buena intención, pero creo que en este sentido, a título colectivo, hemos perdido un poco bastante el norte. Pero no me malinterpretes, una celebración es lo que tiene, se suele planificar una serie de elementos que se salgan de lo normal, eso es bastante lógico.

En general todo el mundo come de más en las bodas, y hasta aquí todo es entendible. ¿Pero tanto? Hable de estas cuestiones en este post (Como decía mi abuelo: Comer otra vez lo que ya se ha comido) acerca de la particular perspectiva que tenía mi abuelo acerca del cuánto comer o cuándo dejar de comer, algo imposible de llevar a la práctica en cualquier boda y en algunas más en especial. Pero esto no tendría mayor importancia si en el día a día fuésemos un poco más conscientes de lo que hacemos cuando comemos, cosa que no suele suceder y, aunque no comamos bogavante y cuatro platos más tras un extenuante aperitivo, la población general termina por comer más de lo que sería aconsejable también en el día a día. No será bogavante pero sí pizza congelada, por poner un ejemplo.

No obstante, más allá del cuánto se puede llegar a comer mientras haya comida delante o te la sirven amables camareros en maratonianos banquetes, lo que en este caso me llamó la atención en especial, y que antes no había reparado al menos de forma tan consciente, es en el ansia. Ansia que se veía reflejada en las actitudes, comentarios y estrategias que adoptaban no pocos invitados en el momento de los aperitivos.

En esta boda de la que te hablo, más que en cualquier otra, a los 5 minutos de llegar, era evidente que con hambre, precisamente hambre, no se iba a quedar nadie. Sin embargo, muchos invitados se dejaban llevar por una especie de atávica respuesta más propia de la sabana africana cuando aparecían los camareros con las bandejas de los aperitivos, para ofrecérsela, de pie, a los presentes. Una especie de tonto el último, en el que este, el último se quedaba sin la consabida croqueta de jamón o pieza de sushi. No se si has visto a una bandada de buitres aplicada a lo suyo sobre los restos de, por ejemplo, una cebra… pues lo mismo. Una actitud puesta en práctica a modo de guerra de guerrillas cuando al poco tiempo de ver salir a los camareros por una de las esquinas del jardín en las que se servía el aperitivo se oía decir cosas como… “claro… es que estamos mal puestos, si los camareros salen por allí y nosotros estamos aquí, la gente de allí arrasa con los camareros antes de que estos lleguen aquí: vamos a cambiarnos de sitio”.

En fin, un comportamiento más propio de prisioneros de Treblinka recién liberados que de concurrentes a una boda del siglo XXI, en España y que destacaba por esa imagen de saber que con hambre no se iba a quedar nadie.

Dicho lo dicho y entrando en detalles concretos, que sé que en cierta medida es lo que estás esperando, contaré que los invitados llegamos al restaurante a las 14:00 hora en la que ya se empezó a disfrutar del “aperitivo”… este duró hasta cerca de las 15:45 en una agotadora sesión de abre boca-sube mandíbula-baja mandíbula ininterrumpido. Cerca de las 16:00 estábamos ya todos sentados en la sala del banquete propiamente dicho… todo el mundo al que le pude oir expresaba lo mismo, que ya estaba literalmente harto y que no comería más, pero… ¿sabes qué pasó? que todos nos sentamos y comimos (y no poco precisamente). Nos levantamos a las 18:10 de la mesa tras más de cuatro horas de compulsivo (y exquisito, todo hay que decirlo) ñam-ñam.

Para que veas que no miento, tienes la minuta del banquete en la foto, por si no lo puedes leer bien te lo cuento brevemente (no, calla… brevemente, este menú es imposible):

Aperitivos:

  • Tabla de brochetas con: Tempura de verduras y sésamo; Tempura de morcilla de Burgos y orejón dulce; Foie al Pedro Ximenez frambuesa, almendra del Piamonte y pimienta Espelette.
  • Tabla de degustación con: Gazpacho de cereza y espuma de yogur griego; Bonito marinado, cebolla y soja.
  • Espejo de bocados clásicos con: Cuatro cereales y anchoa de salazón; Mini-hamburguesas de ternera; Chistorra de Zubiri en camisa de Hojaldre; Quiche Lorraine.
  • Fritos artesanales: Croqueta de ibérico; Frito de jamón y queso; Gamba a la gabardina; Queso Orly.
  • Otros: Salmón de Finlandia ahumado cortado por profesionales; sushi; Jamón de bellota de denominación “Los Pedroches”; Degustación de quesos Gorgonzola y Parmesano Reggiano.

Menú:

  • Bogavante asado, crema de nécoras al vino tinto de Navarra y muselina de Albahaca.
  • Milhojas de sésamo, hongos beltzas; crema perigurdín y crujiente de ibérico
  • Sorbete de Mojito
  • Bacalao confitado a baja temperatura, sopa de arberquina y choricillo a la sidra.
  • A elegir: Solomillo de ternera del Baztán con crema de orejones, dado de bacon y setas y reducción de Oporto… o bien: Paloma Torcaz de pasa con salsa cazadora, crema de manzana y brochetas de verduras de temporada.
  • Pasión de enebro y corazón de melón.
  • Torrija caramelizada con teja crujiente de chocolate, helado de galleta Oreo y piruleta de Chips Ahoy.

El tema de la bodega, los vinos, licores, cocktails y demás merecería post a parte… Tengo o no tengo razón. ¿Cuál es tu experiencia el los banquetes de las bodas?

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Imagen: @juan_revenga