tal y como comenté, la semana pasada anduve por cuestiones de trabajo por tierras gallegas, más en concreto en lugo.
aunque la programación suele ser “intensa” en este tipo de encuentros siempre trato de encontrar un hueco para hacer turismo por la ciudad en la que me halle, pero más en concreto para aprovechar y hacer una compra de productos autóctonos a poder ser en el mercado, en este caso en el mercado de la calle quiroga ballesteros junto a la plaza de santo domingo.
así, mí maleta de vuelta pesaba considerablemente más que a la ida, en esta ocasión no me importó demasiado ya que me desplacé en coche y eso siempre facilita el hecho del aprovisionamiento. de esta forma volví con unos cuantos kilos de patatas, media vuelta de chorizos ahumados, una buena maza de lacón con grelos, diversos quesos (tetilla, arzúa-ulloa…), el obligado membrillo casero, un estupendo manojo de nabizas recién recolectadas (aun no es tiempo de grelos) una buena bolsa de pimientos de herbón -a coruña- (para que me entiendas, los mal llamados de padrón) y un par de hogazas de un pan absolutamente soberbio (una de centeno y la otra de trigo entero).
ayer, las niñas andaban dando cuenta a la hora de comer (día de colegio) de estos pimientos cuando llegué yo a casa. de primero habían comido ensalada de patata con tomate (aun quedan del pueblo), encurtidos y mayonesa, y de segundo solomillo de cerdo a la plancha con los consabidos pimientos… les pregunté a ver que tal la comida y como toda respuesta de ambas, al unísono, recibí una espléndida y sonriente mirada al tiempo que “bizcaban” los ojos en una expresiva mueca de absoluto deleite. y luego su pregunta… ¿cuántos pimientos trajiste, papá, cuántos quedan; porqué ésta patata es tan rica, cómo la has hecho? (la patata además del aceite de oliva “de siempre” estaba cocida y punto).
ya en mi plato he de reconocer que pocas veces tengo la ocasión de probar una patata como la gallega cuando la compro en galicia (y no, no es una redundancia). su textura y sabor son francamente genuinos y difícilmente reproducibles en otras patatas. sí, ya sé que en la mayor parte de capitales de provincia se puede comprar patata gallaga… pero yo la verdad es que nunca he dado con aquella como la que uno mismo se trae obteniéndola en origen. será mala suerte, no lo dudo, pero así es…
en cuanto al pan, puedo decir sin temor a equivocarme que es el mejor pan que he probado en mi vida. de corteza dura y gruesa, la miga compacta, prieta, con un intenso aroma a levadura y a genuina fermentación. un pan que de lo duradero que es casi parece eterno, ideal para comer tal cual, y excepcional si se tuesta. una delicia con la que distraer el resto de manjares.
sea como fuere y hablando con mi mujer con el plato delante sobre cuál sería la región en la que nos gustaría quedarnos a vivir considerando solo la suculencia de sus productos más autóctonos, terminamos por coincidir que una de esas regiones candidatas sería sin lugar a duda galicia… por sus carnes y derivados más genuinos, por sus pescados y mariscos excepcionales, sin olvidarse de la patata y el pan (ya sabes que en mi casa hay un especial culto al pan) y sus magníficas verduras, en especial las de las familias de las crucíferas (berzas, coles variadas, grelos, nabizas…) etc. pero no se puede tener de todo… otras verduras absolutamente deliciosas no son el fuerte de galicia, ni tampoco el tema de las frutas.
lo cierto es que a lo largo y ancho de españa tenemos unos productos absolutamente maravillosos y que opino debiéramos explotar más en detrimento, claro está, de los platos y productos preparados… pero para eso hay que tener un mínimo interés por la cocina.
en fin, haz si quieres en los comentarios una defensa a ultranza de tu región preferida en este sentido y dinos en base a qué suculentos productos realizas tu elección.