sabes perfectamente que aquí, en este blog, no te vas a encontrar pomposas elegías de alimentos eminentes, si acaso solo de los más humildes, de los más vilipendiados. y hoy me he propuesto hablar de uno de mis preferidos en este grupo: los rábanos.
pocos alimentos hay tan desconocidos, poco utilizados y denostados (y baratos) como los rábanos. y además, ahora, empieza su temporada. como sucede para el resto de hortalizas pertenecientes a la familia de las brasicáceas (crucíferas en tono más coloquial), el otoño y más si cabe el invierno es su época más fetén.
créeme si te digo que entre los recuerdos más ancestrales que conservo en mi memoria figura el de aquel niño de apenas 5 ó 6 años ante el aperitivo diario y casero de un abuelo materno, vicente, consumiendo un pequeño bol de rábanos con una copita de vino tinto minutos antes de comer (sí, aquel abuelo). y el ritual, el mismo de siempre: cuchillo, rabanetas aun con un mínimo de su verdoso pedúnculo nadando en una pequeña cantidad de agua y un salero: corta pedúnculo, raspa la piel si esos rábanos si eran especialmente picosos… “juan, ¿quieres?”… jejejejeje, “como no voy a querer, abuelo (pensaba yo)”… y rabaneta para la saca.
hoy soy yo el que comparte las rabanetas con mis hijas. hoy sin sal; de verdad que no creo que les haga ninguna falta, mal tampoco les viene, pero nos hemos hecho a comerlas así, y están de muerte. no solo lo digo yo, adriana y carolina también, mis hijas, que están mucho menos sugestionadas.
lo cierto es que el abanico gastronómico de los rábanos (o rabanetas) es muy breve. no gozan de su participación en grandes recetas (que yo sepa) es un alimento humilde y muchas veces quizá por ello despreciado. no obstante, representan una estupenda posibilidad de acceder a un aperitivo agradable y contenido (¿te acuerdas del pinzimonio?), aunque no perdonaría el omitir la posibilidad de adicionarlos a ensaladas diversas o incluso una vez troceados adicionarlos a cremas y purés variados de verduras.
ya sabes, siguiendo la política de este blog, no te voy a hablar de sus excepcionales cualidades nutricionales, para eso ya hay o habrá otros blog que tengan o no otros intereses distintos de estos. se trata de un vegetal, más en concreto, de su raíz, que es la que nos comemos y, sabiendo el escaso aprecio que normalmente se hace de él, me basta para dedicarle este post.
recomendaciones:
- de rábanos o rabanetas hay centenares de variedades (alargados, globulares, pequeñitos, más grandes…) y, en esencia, dos formas de comercializarlos: en manojos, y más o menos limpios envasados en pequeñas cajitas. bien, puedes comprar los que quieras, por el manojo (una docena o más de piezas) no deberías pagar más de 1euro y suelen ser infinitamente mejores que los que vienen en caja que, además, suelen ser mucho más caros.
- ahora, a comienzos del otoño comienza su temporada que se prolonga hasta el fin de la primavera. a lo largo de este largo periodo, si frecuentas un mismo puesto verás que evolucionan: cambian de tamaño, de forma y su piel varía. así, su sabor y matices también suelen variar.
- búscalos prietos, redondos o alargados, el rábano ha de presentar una textura dura, compacta. comprueba su turgencia al tacto; el que estén huecos no suele una característica apreciada. su piel gruesa o fibrosa, tampoco.
- algunos pican, y algunos no poco. quitarles la piel roja y dejarlos blancos, desnudos, suele ayudar a paliar este inconveniente a quién no le entusiasme. sus persitentes matices sulfurados, propios de la familia de vegetales a la que pertenecen, a algunos agradan y a otros incomodan.
- lávalos de forma intensa antes de comerlos. para ello ponlos debajo del agua fría corriente y frótalos para eliminar los restos de barro u otros elementos.
- no dudes en ofrecérselos a tus hijos. cuida con el picante, a algunos niños no les gusta, sin embargo otros… lo prefieren.
que los disfrutes! #slurpslurp