las lechugas, no sé muy bien porqué, son utilizadas como prototipo de lozanía, vivacidad, plenitud, jovialidad, salud… al fin y al cabo frescura, y es lo que ha quedado haciendo bueno el dicho ese de “más fresco que una lechuga”. digo que no lo sé muy bien ya que desconozco cuanto más frescas son las lechugas que, por ejemplo, las espinacas, los berros, la rúcula las berenjenas o un frondoso ramillete de brócoli.
bien, sea como sea y dando por bueno el dicho, al parecer y a partir de ahora (y mira que no me parece mal) habrá que matizarlo. ya que el otro día me tropecé, literalmente (no las buscaba y, además estaban puestas a nivel del suelo) con una novedosa forma de comercialización de esta suculenta y verdosa forma de entender habitualmente las ensaladas. te estoy hablando de “lechugas vivas”.
como lo oyes, lechugas que se venden con todo el cepellón de su raíz inmersa en agua, más en concreto en un cultivo hidropónico. y tú te preguntarás… ¿qué gaitas es eso de un cultivo hidropónico?
no te lo puedo negar, cuando se habla de cultivos hidropónicos mi cabeza se retrotrae de forma mecánica a la saga “fundación” de isaac asimov, primera vez que trabé con este hidropónico palabro. mitad por la originalidad de la sorpresa y mitad por la evocación de esas jubilosas (y juveniles) lecturas de ciencia ficción, quizá por todo ello, no podía dejar de dedicarle un post a las “lechugas vivas”. bueno, por eso y porque, todo hay que decirlo, en mi opinión (y la de carolina, mi pequeña gourmet de 5 añazos), una vez en el plato, este descubrimiento ha supuesto un gratificante valor añadido ya que estaban espectaculares (al menos las que me llevé a casa)
en general, la hidroponía, es decir, los cultivos o la agricultura hidropónica, consiste en un método utilizado para cultivar plantas usando soluciones minerales en vez de suelo agrícola.
creo que no merece la pena aburrirte con más explicaciones de las necesarias y te dejo con un vídeo al respecto de las famosas “lechugas vivas” de mano del propio distribuidor y fabricante, el mismo de aquellas con las que yo he tenido el gusto de tropezarme y catar.
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nota 1: con el fin de mantenerla el mayor tiempo viva y habida cuenta de su volumen y del consumo que hacemos en casa, yo he optado por, sin quitarle la raíz (tal y como sugiere el vídeo) arrancar desde fuera y hacia dentro aquella cantidad de hojas necesarias para nuestra ensalada.
nota 2: solo el azar ha querido que precisamente el mismo día que yo me tropezaba y cataba en mi cocina estas lechugas una buena seguidora de “mondo twitter” (raquel blasco @raquelblascor) me hiciera un comentario sobre ellas, en especial, frente a la “ridiculez” de comparar esta opción con aquellas “más saludables”… al menos en su aparente forma de comercializarse. sin comentarios.