En la anterior entrada me despedía diciendo que poner buena cara al comer alimentos saludables es una buena estrategia para educar a los más pequeños en unos correctos y placenteros hábitos de alimentación. En reciente estudio científico vuelve a hacer hincapié en el efecto que tiene sobre los niños tanto la actitud, como el aspecto de las personas mayores cuando comen.
En el estudio se pidió a un grupo de adultos y de niños entre 5 y 8 años que observasen una serie de fotografías que mostraban a adultos comiendo distintos alimentos. Los protagonistas de las fotos eran tanto obesos como no obesos y fueron escogidas de forma que mostraran distintas expresiones en su cara (de satisfacción o desagrado).
Cuando las fotografías mostraban una persona que disfrutaba con lo que estaba comiendo había más probabilidades de que el niño quisiera comer dicha comida con independencia que la persona de la foto fuera muy delgada u obesa. Sin embargo, la misma comida en una foto con una persona que mostraba cara de enfado tenía el efecto contrario.
Además, si el alimento mostrado no era a priori del agrado del niño había una mayor predisposición a probarlo cuando el protagonista de la foto mostraba cara de satisfacción. Esta predisposición fue más eficaz cuando el protagonista de la foto además de mostrarse contento era delgado.
En resumen, las preferencias alimentarias tanto de los niños como de los adultos pueden verse influidas por el peso corporal de los comensales y por las emociones que estos transmiten. Sin embargo, los adultos parecen más sugestionables por el peso del comensal, a diferencia de los niños, a los que sus propios gustos y las emociones que los alimentos causan en otras personas parecen influirles más.
Así pues, ponga buena cara al comer alimentos saludables delante de sus hijos
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