¿Qué son las calorías?

 

Algunas definiciones libres de “caloría” la describen como “esas pequeñas hijas de puta que se meten en tu armario por la noche y encogen tu ropa”. No es de extrañar entonces que algunas personas tengan miedo a las calorías.

Siendo un poco más serios, hablar de alimentación, de nutrición, es hablar, en cierto sentido, de energética; ya que como adjetivo, la energética alude a todo aquello que es relativo o perteneciente a la energía; o bien, aquello que la produce. El último es el caso de los alimentos, que si bien no la “producen” sí es cierto que los animales podemos obtener la energía “encerrada” o contenida en los enlaces químicos de los principios inmediatos que los constituyen.

De hecho, entre los primeros datos que se aportan cuando se quiere conocer un alimento, se informa sobre la energía que aporta. Basta con coger casi cualquier alimento y mirar su “información nutricional”. Siempre y desde la primera línea, si la información está bien hecha -cuestión ésta no siempre bien observada- encontramos una referencia a la energía que ése alimento contiene, siempre por 100g. y, a veces, por ración estándar (en este último caso es para conocer sin reglas de treses ni básculas cuánta nos metemos al cuerpo cada vez que nos comemos la ración estándar propuesta por el fabricante). Esa información de la energía en un alimento se ofrece en dos unidades: julios (J.) en el Sistema Internacional y calorías (cal.) en el Sistema Técnico de Unidades.

¿Qué son y para qué sirven realmente las calorías? Por lo visto, y entre otras cosas, para calentar agua; porque la caloría se define como la cantidad de calor necesario para aumentar un grado (Celsius) la temperatura de 1 gramo (1 mL) de agua, más en concreto de 14,5 a 15,5ºC a una presión de 1 atmósfera.

Como puede apreciarse es una cantidad de calor muy pequeñita (y el julio aún menor, 1 cal = 4,1868 julios) y por eso, sensu stricto, la información del contenido energético de los alimentos no se aporta en calorías, sino en kilocalorías (kcal). Por tanto, decir que 100 gramos de manzana aportan 45 calorías está mal, lo correcto es decir que aportan 45 kcal. También se podría decir que 45.000 calorías son tantas como las contenidas en 100g. de manzana, pero entiendo que esto además de ser incómodo terminaría por asustar a la gente y las manzanas dejarían de comerse.

No pasaría nada si siempre habláramos con propiedad o con la proporcional propiedad al decir que la energía que suele precisar al día por término medio una mujer son unas 2.000.000 de calorías, la real. Como hablar de milones de calorías es más largo que de miles, en su lugar, abreviamos y decimos que precisa 2.000 kcal/día. Pero nunca 2.000 calorías, que es lo que se suele decir.

Existe además, una forma diferente de abreviar las kilocalorías de forma que:

1.000 cal.  = 1 kcal. = 1 Cal. (con la incial en mayúscula)

 

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