Comentario del libro “¡Adelgaza! sin que te tomen el pelo ni te quiten la salud”

Hace tres o cuatro fines de semana fui con la familia al súper del Corte Inglés y al pasar por la zona de novedades editoriales llamó mi atención entre muchos otros el nombre de un autor entre tanta bacanal dietético-editorial-adelgazante (estamos en la temporada propicia para que nuevos libros que tratan estos temas vean la luz o se reediten). Se trataba de José Enrique Campillo doctor en medicina y para mí toda una garantía de éxito para encontrar entre sus páginas un mensaje coherente, racional y basado en la evidencia a la hora de abordar todas estas cuestiones. ¡Hombre! –pensé- por fin alguien que escribe y al que le publican un libro sensato sobre estos temas. Para quienes no lo conozcan, editorialmente hablando me refiero, les recomiendo muy vivamente que se acerquen a una de sus anteriores obras, “El mono obeso”, una obra imprescindible para quien quiera comprender de forma sencilla el papel que juega nuestra herencia genética en el desarrollo de unas enfermedades concretas a las que el Dr. Campillo llama de la opulencia (colesterol, la diabetes o la obesidad, etc.). En el se explica cómo muchas de estas dolencias están muy relacionadas con el diseño evolutivo y con las “versiones anteriores” de otros homínidos anteriores a nosotros con los que compartimos “rama” dentro del árbol evolutivo. En mi opinión, muy recomendable.

Volviendo al tema de hoy, un hojeo rápido del libro confirma mis expectativas, o casi. De entrada la portada me chirría un poco (sí, ya sé que soy un pelín raro) pero lo del recurrente tema de la manzana y la cinta métrica, además de aburrir, me despierta un cierto grado de desasosiego; una especie de “ay, ay, aaaaay”, para que me entiendan.

El libro comienza genial, impecable; el autor justifica el porqué del mismo y hace una declaración de intenciones en relación a lo que el lector va a encontrar en su interior, pero… que contiene una terrible contradicción, la primera. El autor sostiene de manera contundente que adelgazar no es fácil, y coincido a pie juntillas con él, es más, yo diría que para una buena parte de personas adelgazar resulta condenadamente difícil. Sin embargo, en la misma introducción, al hablar de qué se va a encontrar el lector en este libro, afirma textualmente que el método que se propone “es fácil, natural y actualizado con la incorporación de los últimos conocimientos científicos sobre alimentación y salud”… ¡vaya! Algo que choca diametralmente con el Real Decreto 1907 / 1996 sobre publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria. Más en concreto este RD, cuando se refiere al adelgazamiento prohíbe explícitamente hacer referencia a:

  • Proporcionar seguridades de alivio o curación cierta.
  • El uso del término “natural” como característica vinculada a pretendidos efectos preventivos o terapéuticos.

Ya en materia el autor explica someramente y con criterio cuáles son las causas de la obesidad, pero llega a afirmar que para que el plan de adelgazamiento sea “completamente eficaz” es preciso que el interesado esté al corriente de los entresijos sobre las causas de la obesidad.

Aporta también una tabla de kilocalorías referidas a determinadas raciones (supongo que de lo que él considera estándar o medias) poco “ajustadas”: Por ejemplo, al establecer la ración estándar de cereales de desayuno en 50g (es menos), afirmar que un yogur desnatado aporta unas 70 kcal. (suele ser, relativamente, bastantes menos), sostener que un vaso de zumo de fruta contiene de 40 a 60 kcal. (suele ser, relativamente, bastantes más) etc.

Más adelante hace una descripción de las típicas dietas conocidas como milagro bastante matizable y, posteriormente, pasa a hacer su propuesta dietética que contiene desde mi particular punto de vista muy pocas herramientas prácticas. Ahora bien, se centra durante una buena parte de la obra en resaltar la importancia que tienen la motivación, la mentalización y el aumento del gasto energético (actividad física) en cualquier abordaje dietético con tintes adelgazantes. Y así, que quieren que les diga le alabo el parecer y el proceder. A mí juicio, me hubiera gustado más un libro centrado en estos aspectos y menos en los dietoterapéuticos que son a todas luces insuficientes (y en ocasiones mejorables) en una obra de estas pretensiones.

No obstante la peor crítica por mi parte se la lleva el final del libro en la que el autor en los dos últimos capítulos valora la eficacia de determinadas sustancias y terapias con pretendida acción adelgazante. Los divide en cuatro grupos: (1) fármacos oficiales, (2) complejos con reconocimiento científico de un cierto efecto antiobesidad, (3) remedios a base de plantas que influyen en el peso corporal y (4) productos fraudulentos y peligrosos… Una forma como cualquier otra de complicarse la vida ya que lo más fácil (y real) hubiera sido hacer sólo dos categorías, la primera y la última. Por ejemplo en la 2ª categoría (“complejos con reconocimiento científico de un cierto efecto antiobesidad”) el autor incluye:

  • Los fructooligosacáridos: No hay ni un solo artículo en la literatura científica que relacione el uso de este complemento alimenticio con la mejora –o empeoramiento, ya digo que no hay ni uno solo- de una situación de obesidad. Sí que es cierto que poseen un cierto efecto saciante, pero de ahí a decir que es un “complejo con reconocimiento científico de un cierto efecto antiobesidad” me parece un tanto desatinado (en especial por todas aquellas personas que pueden leer su libro y no tienen ni idea de estas cuestiones)
  • El chitosan: Es posible que el autor esté interesado en conocer que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) expresó su opinión científica en 2011 (legalmente vinculante) al respecto del efecto sobre el peso y contra la obesidad que tenía esta sustancia, y que su conclusión fue que no se puede establecer una relación causa efecto entre el uso del chitosan y la reducción del peso o la mejora de una situación de obesidad.
  • La fucoxantina: En este caso el autor habla de esperanzadores ensayos con efecto quema-grasas en modelos animales. No obstante se le pasa por alto una importante revisión sobre el tema realizada en la revista científica Obesity Reviews en la que concluye que pese a los esperanzadores hallazgos con determinadas sustancias en cuanto a su capacidad quema-grasa (como en el caso de la fucoxantina) la realidad es que nada de nada. A modo de curiosidad merece la pena citar que ni tan siquiera la EFSA ha recibido consulta alguna al respecto de esta sustancia y su capacidad adelgazante, así que si algún producto se vende haciendo dichas alegaciones estará etiquetado en contra de la legislación vigente (por que para poder hacerlo la EFSA ha de dar su visto bueno).

Por último, en el apartado de remedios a base de plantas también vuelve a atribuir a determinados extractos e infusiones vegetales propiedades adelgazantes, pero lo único que se consigue en realidad con tales afirmaciones es desenfocar un problema que tan bien tenía enfocado el libro en sus comienzos.

En definitiva un libro con un sabor agridulce para el profesional; y que en el caso del lector de a pie éste podrá encontrar ideas acertadas y beneficiosas, sí, pero también con el riesgo de que asuma errores a base de hablar de una evidencia científica que en algunos casos, como los ya reseñados, brilla por su ausencia.

Sea esto dicho con el mayor de los respetos (y también admiración) hacia el autor, se vuelve a hacer bueno el aforismo que dice que en los libros sobre dietas dirigidos a la población general cabe encontrar cosas buenas y originales, pero las buenas no son originales y las originales no son buenas.