El efecto del alcohol sobre la salud. La opinión de la OMS

Existe una buena parte de la población, que cree que el alcohol en bajas dosis o con moderación, en especial cuando proviene de bebidas fermentadas tipo vino o cerveza tiene un efecto beneficioso para la salud.

No niego que determinados aspectos de nuestro nivel de salud puedan verse beneficiados por este tipo de consumo de bebidas alcohólicas, pero considero que sería injusto el tener en cuenta sólo estos beneficios sin prestar atención al mismo tiempo a los posibles riesgos. A fin de cuentas cuando se consume cualquier bebida alcohólica lo hacemos –siempre refiriéndome al terreno de la salud- para lo supuestamente bueno y también, indefectiblemente, para lo potencialmente malo.

Para todos aquellos que aun duden de los efectos de las bebidas alcohólicas, sean las que sean, en el conjunto de la salud les recomendaría que echaran un vistazo a un reciente documento de la Organización Mundial de la Salud (Alcohol in the European Union. Consumption, harm and policy approaches) que lamentablemente sólo está en inglés y que aborda de pleno las consideraciones salutíferas del alcohol, entre otros aspectos. He tenido el interés de haceros un breve resumen de algunos aspectos que me han parecido interesantes dentro de los respectivos apartados. Espero que al menos sirva para que aquellas personas más fundamentalistas con respecto a las alegaciones positivas en el consumo de bebidas alcohólicas se replanteen algunas cuestiones.

Introducción

El consumo de bebidas alcohólicas es una de las tres prioridades más importantes en el ámbito de la salud pública en el panorama mundial. A pesar de que sólo la mitad de la población lo consume, el alcohol como factor de riesgo a escala global es la tercera causa de enfermedad y de muerte prematura tras el bajo peso al nacer y el sexo sin protección. En Europa, el alcohol es también el tercer factor de riesgo en relación con la salud y la mortalidad, por detrás sólo del tabaco y la hipertensión arterial. […]

 

En relación con la salud general

Con independencia de que sea una droga capaz de generar dependencia, el consumo de bebidas alcohólicas se ha asociado de forma convincente con cerca de 60 tipos diferentes de enfermedades y circunstancias no deseables, incluyendo lesiones mentales y trastornos del comportamiento, afecciones gastrointestinales, cánceres, enfermedades cardiovasculares, trastornos inmunológicos, enfermedades pulmonares, enfermedades óseas y musculares, trastornos reproductivos y daños perinatales, incluyendo un mayor riesgo de alumbramientos prematuros y de bajo peso al nacer (enlace) […]

Aunque se ha demostrado un pequeño efecto protector entre el consumo ligero y moderado de alcohol sobre las enfermedades isquémicas, su consumo ha de considerarse como abrumadoramente tóxico para el sistema cardiovascular.

En relación con el cáncer

En 2007, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer concluyó que existía una relación causal entre el consumo de alcohol y distintos tipos de cáncer: cavidad oral, faringe, laringe, esófago, hígado, colon, recto y mama (enlace 1 y enlace 2). Todos estos tipos de cáncer mostraron una relación dosis-respuesta, es decir, el riesgo de cáncer aumenta de manera constante (enlace). La fuerza de esta relación con niveles de consumo medio de alcohol varía sensiblemente para los diferentes tipos de cáncer. […] Entre los mecanismos causales identificados para algunos tipos de cáncer, el efecto tóxico parece provenir del acetaldehído, un metabolito fruto de la degradación del alcohol.

Enfermedad cardiovascular

La relación entre consumo de bebidas alcohólicas y diversos trastornos cardiovasculares es negativa, y este extremo está respaldado de forma contundente en especial con la enfermedad hipertensiva (enlace), el accidente cerebrovascular hemorrágico (enlace) y la fibrilación auricular (enlace). Para la enfermedad isquémica y el accidente cerebrovascular isquémico, la relación es más compleja. En cuanto al consumo crónico de bebidas alcohólicas, este está asociado claramente con resultados adversos cardiovasculares (enlace).

Por su parte, el consumo ligero a moderado parece tener un efecto protector en las enfermedades isquémicas (enlace). Este efecto resulta ser igual para las personas que sólo beben cerveza o sólo vino (enlace). Sin embargo, cada vez con más pruebas que lo respalden, este efecto sobre algunas enfermedades cardiovasculares parece que puede deberse a factores de confusión (enlace), apuntando la idea de que el consumo bajo o moderado de alcohol debe ser considerado más como un indicador de buena salud y una mejor posición social que una causa de la mencionada buena salud (enlace). En cualquier caso, el efecto protector desaparece totalmente cuando los consumidores realizan, un consumo excesivo de alcohol aunque sea una vez al mes (enlace). Además no hay ningún efecto protector para los más jóvenes, para quienes cualquier dosis de alcohol aumenta el riesgo de eventos isquémicos (enlace). En cuanto a las personas mayores, la reducción del riesgo de fallecimiento por enfermedad isquémica se obtiene de forma mucho más efectiva mediante la realización de actividad física y con una dieta más saludable que tomando una bajas cantidades de alcohol (enlace). […]

 

Después de esto que cada uno asuma su responsabilidad a la hora de recomendar el consumo de la cantidad que se quiera de cualquier bebida alcohólica por motivos de salud. Yo desde luego lo tengo claro: por motivos de salud, cuanto menos mejor.

Evidentemente, y siendo conocedores ya de los riesgos que tiene sobre la salud el consumo de bebidas alcohólicas (y no antes) se podrán considerar los aspectos sociales, culturales e incluso gastronómicos de su uso.

Nota: La mayor parte de esta entrada (aquella parte del texto en cursiva) es una traducción personal del mencionado documento de la OMS. Insisto que quien quiera revisarla tiene a su disposición el texto original en este enlace.