La entrada de hoy es la transcripción del relato que madre reciente (cada vez menos) me hizo el otro día de unos hechos de los que el otro día fue testigo y que le llevaron a preguntarse qué es lo que a mí me sugerirían. Aunque creo que sabe bien que eso es algo muy similar a lo que ella misma piensa. Pero tiene su jugo, aquí os lo traigo.
El caso es que la semana pasada estaba ella haciendo cola en una farmacia esperando a que le atendieran. Delante, también como clienta, una mujer de mediana edad, estatura aproximada 1,60m y relativamente entrada en carnes, nada espacialmente llamativo, pero sí “rellenita” como se suele en ocasiones dulcificar, digamos que con unos 70kg a ojo de Madre reciente.
El caso es que cuando le tocó su turno, la mujer iba a tiro hecho:
“Quiero ‘Finslim 4.3.2.1 Forte’ para adelgazar” pidió, así sin más (el nombre del producto es ficticio, pero en ningún caso ha de imaginarse que se trata de un fármaco como tal).
La farmacéutica, solícita, se metió unos segundos en la rebotica y volvió con una caja de ‘Finslim 4.3.2.1 Forte’ y sin decir nada más se la entregó.
Acto seguido, la mujer confesó a la farmacéutica que además tenía un hijo de 5 años que pesaba 25kg (de la estatura no dijo nada, así que nos imaginamos que era la “normal” y tendré en cuenta que falta el dato, aunque sería interesante contar con él). Resulta que este año la mamá, es decir ella, había apuntado a su querubín de 5 años y 25kg a fútbol como actividad extraescolar y que… ¡fíjese usté! el chaval había perdido 3kg y además no comía igual que antes ni en cantidad ni en variedad… recetas que antes le gustaban ahora no y todas esas cosas que a muchas mamás les preocupan (con razón, pero muchas veces también sin ella) y que están tan bien tratadas en el libro del pediatra Carlos González “Mi niño no me come”. Por estas razones, y para sorpresa de… de cualquiera que tenga un poco de conocimiento sobre el tema, la madre pidió en la farmacia algo, unas vitaminas, unos minerales, lo que fuera, algo, para que su niño siguiera comiendo como antes, recuperara su peso anterior y no le faltara de nada. Y va y la farmacéutica vuelve de la rebotica, de nuevo sin mediar palabra, con una caja de gominolas vitaminadas y fortificadas especiales para niños. Ojiplática, Madre reciente, se quedó ojiplática. Y con razón.
¿Os acordáis de la entrada de este lunes relativa a la publicidad de productos con una pretendida finalidad sanitaria y que sólo se venden en farmacias o herboristerías (ya sé que no son lo mismo)? Bueno pues aquí tenemos un ejemplo de cómo proliferan y de quienes le dan pábulo. Por un lado, gracias a aquella población general con pocos recursos críticos con respecto a estas cosas y que demanda milagros. Y por el otro, que es lo peor, gracias a unos profesionales sanitarios que, sin quitarse el disfraz, es decir, la bata, ejercen de comerciales sin el menor respeto a sus conocimientos. O a los conocimientos que debieran tener, y a su obligación de velar más por la salud pública que por la caja de su negocio.
Los errores en esta intervención son a mi juicio dos:
- El primero con la cuestión adelgazante de la señora. Estaba claro que farmacéutica y clienta no se conocían y sin embargo, en vez de aprovechar la primera para hacer un poco de educación para la salud y de comentarle algunos aspectos relacionados con la ganancia y la pérdida de peso, le larga sin mayores explicaciones el producto en cuestión.
- Y el segundo, clamoroso, el de dar crédito a las mal entendidas necesidades ponderales de su hijo y largarle igualmente un producto con vitaminas y demás para “abrirle el apetito”. ¿Pero no se dio cuenta que un niño de 5 años y 25kg está fuera de todas las tablas de percentiles de peso para la edad? No sé que qué respuesta le podría dejar a la farmacéutica en mejor situación. Si es que sí, es que es una sinvergüenza, y si es que no, es que es tonta de capirote, y no se merece desempeñar la labor que ejerce y que lleva asociada una importante repercusión en la salud de sus congéneres.
No hace falta recurrir a las tablas para darse cuenta que 25 kilos para 5 años son muchos, pero por si lo queréis comprobar aquí van las tablas de peso para la edad en varones de edad pediátrica del national center for health statistics in collaboration with the national center for chronic disease prevention and health promotion (cdc). En ellas se aprecia que esta situación deja al chaval por encima del percentil 95, el último señalado, es decir, es un niño que pesa más que el 95% de la población de su misma edad.
También podemos consultar las tablas de la OMS, y en ellas resulta que, con estos datos, la situación del crío está por encima del percentil 97%. es más, en ordenadas, y para esta tabla de edades entre 2 y 5 años el peso máximo contemplado es de 24,75kg… ¡ni tan siquiera contemplan la posibilidad de los 25kg!
Otros ejemplos a seguir
Continuando con el título de la entrada, sucedió en una farmacia… pero me temo que podía haber sucedido en muchas de ellas. No en cualquiera, eso sí. Afortunadamente hay algunos de estos establecimientos que se desmarcan del tristemente frecuente voraz mercantilismo. Por ejemplo esta de aquí, la farmacia Rialto en Madrid. Reconozco que el caso de la homeopatía no es el mismo que los del peso y demás, pero si es el mismo tema cuando se trata de dar un servicio sanitario coherente. Como digo la farmacia Rialto no recomienda el uso de productos homeopáticos (y otros como las flores de Bach, oligoterápicos, etc.) por que considera (y considera bien) que su uso no tiene una evidencia científica suficiente para hacerlo y así lo hace saber a sus clientes con esta nota pública. ¡ojalá muchas tomaran ejemplo!
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