Una ensalada (de espinacas) que bien vale una entrada…

IMG-20130330-00114Una entrada, y también un entrante, porque esta ensalada es sabrosa dónde las haya y, hasta donde yo sé, original. Se trata de una ensalada de espinacas, gambas, pistachos y queso de cabra con vinagreta de miel y aceto balsámico. Si bien, antes de empezar he de reconocer que su originalidad corresponde a un buen amigo, Félix (@felixg82) que tuvo a bien el servirla el otro día en su casa cuando nos invitó a cenar; y claro, nos fuimos con la ensalada entre pecho y espalda y la receta bien memorizada.

Hace poco también me enteré de este concurso (Reto Origen) promovido por Hermeneus, que según su perfil twitter (@HermeneusWorld) es una red social que pone en contacto directo a consumidores y profesionales de la alimentación sin intermediación y con total transparencia. Vamos allá con esa receta:

Ensalada de espinacas, gambas, pistachos y queso de cabra con vinagreta de miel y aceto balsámico

Ingredientes para cuatro personas:

  • 200g de espinaca fresca: En mi caso las espinacas (Spinacia oleracea) provienen del cultivo propio (cerca de Zaragoza) que tiene uno de los verduleros del mercado en el que me suelo surtir, “el comunista”, es como le solemos llamar quienes le conocemos… no demasiado, ya que yo al menos no sé su nombre de pila. Es decir, el número de kilómetros que habrá realizado esta espinaca desde su huerto de origen hasta mi cocina, dudo mucho que sea superior a 10.
  • 100g de colas de gamba cocida y congelada (cerca de una taza): Zaragoza no tiene mar (vaya descubrimiento) y si bien se podría haber recurrido a gambas nacionales, las cuestiones de intendencia familiar hicieron que recurriera a gamba que ya tenía congeladas en casa. En este caso la gamba (Pandalus borealis), según pone en su bolsa ha sido pescada, cocida, pelada y ultra congelada en Islandia, así pues los kilómetros recorridos hasta mi sartén han sido un porrón (punto negativo para un servidor)
  • 50g de pistachos sin cáscara (dos puñados): Tampoco me volví loco, pistachos (Pistacia vera) del supermercado. Aunque me he enterado de que en España hay una cierta producción de pistacho, la mayor parte al parecer en Castilla la Mancha, no es ni mucho menos una gran potencia. Mis pistachos, tostados, según reza el envase vienen de Irán (toma punto negativo)
  • 100g de queso de cabra (unos 5 cm de rulo): Elaborado por la empresa “Quesos de Radiquero”  ubicada en la localidad de Adahuesca (Huesca), se trata de un queso de cabra de pasta blanda con moho blanco, se elabora con leche pasteurizada de cabra. Distancia hasta mi cocina, no más de 150 km
  • 60 mL de aceite de oliva (6 cucharas soperas): En este caso utilicé aceite de oliva Virgen Extra “Doña Godina” de la variedad arbequina. Elaborado en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza). Distancia hasta mi cocina en torno a 70km
  • 10 mL de aceto balsámico (una cuchara sopera). Aquí hay que morir de nuevo al palo, en este caso al palo italiano. No dudo que haya excelentes vinagres balsámicos por aquí, pero yo no los conozco, y lo que sí que conozco y me gustan por su especial calidad y matices son los aceto que compro de la DOP “Aceto Balsamico Tradizionale di Modena” y si es día de paga de la DOP “Aceto Balsamico Tradizionale di Reggio Emilia”. De verdad que en este aspecto no soporto cualquier otro vinagre almibarado, normalmente de grandes marcas, con aspiraciones a aceto balsámico (y qué decir tiene ya esa especie de jarabes que se están poniendo de moda).
  • 8mL de miel (una cucharilla de postre): Usé miel de eucalipto (sí ya sé que es un poco rara pero es especialmente aromática) de Apícola del Moncayo, una empresa pequeñita situada en Fuendejalón (Zaragoza). Distancia, no más de 80 km.

Elaboración (10 minutos):

Limpiar manos; cortar, limpiar y secar escrupulosamente las hojas de la espinaca; descongelar y secar colas de gamba; pelar pistachos.

Poner en una sartén el aceite a calentar, saltear las gambas hasta que tomen color junto con los pistachos. Apartar del fuego y dejar que se temple.

Cortar cuatro ruedas de apenas 1cm de grosor del queso de cabra, y poner en una sartén para marcarlo por ambos lados.

En un bol pequeño preparar la vinagreta con la miel, el aceite templado de las gambas y pistachos y el aceto balsámico. Batir con la varilla hasta que se homogenice la mezcla.

Emplatado: Repartir las hojas de espinacas en cuatro boles, colocar una rueda de queso encima, a continuación la parte correspondiente de las gambas y los pistachos y componer con la vinagreta por encima. Al final lo terminé decorando con semillas de sésamo, pero esto es opcional.

Comentario personal: Con toda sinceridad a un servidor no le van especialmente las mezclas dulce-salado del tipo dátiles con beicon o melón con jamón (sí me gustan, y mucho, estos ingredientes… pero por separado). Sin embargo este plato es bastante suave en cuanto al contraste. No conviene pasarse con la miel, ni tampoco con el queso, ya que no se trata ni de un postre ni de un plato de queso, no es preciso que empalague. Además, al menos en mi caso no le añadí sal, no por nada en especial, sino por que entre las gambas, el queso y los pistachos ya se daba un toque salado suficiente.

Como ya es habitual en este blog no voy a hacer una glosa de sus propiedades nutricionales hablando maravillas de todos sus ingredientes (recuerda lo de las espinacas), más que nada porque ya sabes como pienso, que los platos, los alimentos y las recetas aisladas no nos afectan demasiado, y sí más el planteamiento general que hagamos de nuestra alimentación en base a nuestro estilo de vida. Recuerda estos tres consejos en seis palabras.

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Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia