Cuando el tamaño sí que importa (a más pequeña, la fruta, a veces mejor)

Ofrecer manzanaEl otro día me fijé que una compañera de la universidad tenía encima de su escritorio una especie de llavero con forma de manzana… muy real, parecía de verdad. Acercándome un poco más caí en la cuenta que era de verdad, una manzana del tipo Granny Smith o algo así, del tamaño de un albaricoque. Entonces no pude por menos que preguntarle que dónde y si acaso porqué compraba las manzanas tan pequeñas. El dónde fue lo de menos, al final era en una “frutería normal” cerca de su casa.

Lo que sí me llamó la atención poderosamente fueron sus razones para comprarlas así, ya que las prefería a las grandes.

Mira –me dijo- la fruta me gusta mucho y, a veces la dejo de comer por pereza. Si las piezas son demasiado grandes entra de lo posible que sucedan dos cosas. Por un lado que me de pereza tanta manzana (o melocotón o naranja…) y que por tanto termine por no comer nada, por no empezarla; o que por otro lado si la empiezo que me canse y al final se desaproveche ya que no queda igual si te la dejas de un rato para el otro, se queda fea, la tienes que tapar, etc. Así que si se trata de comer fruta, por piezas y de forma más o menos informal (en el trabajo, ente horas…) prefiero mil veces las piezas pequeñas de fruta. De esta forma termino comiendo más fruta que si las piezas son grandes. Además, estas, como suelen ser menos apreciadas en la tienda son más baratas que las grandes.

Sencillos, simples, claros, contundentes y sobre todo prácticos me parecieron y parecen sus razonamientos. Bravo. Vivimos en la sociedad del más bonito, más grande y más lutroso… cuanto más mejor, ande no ande caballo grande, es lo que dicen. Algo que también se suele aplicar a las frutas.

Es cierto, una de las excusas más frecuentes para dejar de comer fruta es la pereza que nos suele dar el comerla, así que si perseguimos este tipo de estrategias facilitadoras tanto más probable es que terminemos comiéndola.

El caso es que mientras escribo estas líneas me estoy dando cuenta que estoy abordando el tema de consumo de fruta como si se tratara de un alimento intomable o desagradable, y no debiera ser así… Por lo menos a mí no me pasa, me gusta la fruta y cuando la como, que suele ser entre dos a tres veces al día, la disfruto como un enano. Si bien te digo que no suelo ser mucho de fruta a media mañana o media tarde, me gusta de postre (siempre) y en el desayuno bastante a menudo.

El consumo de fruta, de vegetales frescos en general, es uno de los pilares de la alimentación saludable reconocido en las principales instituciones sanitarias internacionales. Así que sean cuales sean tus preferencias déjame que te dé una serie de consejos que a mi juicio podrían ser bastante interesantes para incluir con más frecuencia de la que lo haces las frutas en tu dieta:

  • No seas tacaño/a a la hora de comprar fruta (esto es aplicable al conjunto de la alimentación en general). La fruta barata, normalmente de menor calidad, suele resultar carísima. Es fácil de entender, al final es tan poco agradable, que las probabilidades de que acabe en la basura suelen ser bastante altas, y claro, eso es carísimo. Mucho más caro que comprar fruta de precio más elevado y comértela.
  • Consume fruta de temporada. Es mas rica, está en su mejor punto de sazón y es más barata. Además, hacerlo así es más respetuoso con el medio ambiente. ¿Tanto te cuesta esperar a la temporada autóctona de la cereza como para tener que comprarla en enero a 18€/kg traída desde Argentina (por ejemplo)?

¿Te acuerdas de la canción de Danza Invisible “Sabor de amor”? hacia el minuto dos se dice que “besarte es como comer naranjas en agosto y uvas en abril” en clara referencia a la extravagancia, exotismo, que podría tener el comer tales frutas en esos meses a los que no pertenece su temporada. Hoy ya da igual, las naranjas y las uvas (y el melón y las sandías y las manzanas…) están permanentemente en nuestro súper de al lado de nuestra casa todo el año. Luego, no deja de ser gracioso que nos quejemos cuando a a mediados de abril digamos… ¡pero que malo está el melón últimamente!

  • Busca estrategias que se adecuen a tus gustos, posibilidades y apetencias. Una de esas opciones, para mi amiga, la de las micro-manzanas, consiste en eso, en adquirir piezas más pequeñas. Si a ti te va de postre, pero te suele dar pereza ponerte a pelar la fruta tras el segundo plato, te sugiero que, por ejemplo, la peles y la prepares antes de sentarte a comer (vamos, lo mismo que haces con los primeros y segundos, que los preparas antes de sentarte a comer)

Por otro lado, muchas veces en la variedad está el gusto. Comernos una manzana nos da pereza pero sin embargo comer una “ensalada” a base de distintas frutas se nos hace más atractivo.

Te guste más de una u otra forma, unas variedades u otras, anímate a consumir más fruta, un alimento siempre de un escaso valor calórico, con un relativamente alto poder saciante gracias a la presencia de fibra dietética y fuente de vitaminas, minerales y otras sustancias, denominadas fitonutrientes, que normalmente resultan de un elevado interés biológico.

Cuando me preguntan por mis alimentos funcionales preferidos… yo siempre respondo que los vegetales en general y las frutas en concreto. Cualquiera que este en su punto.

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Foto: imagerymajestic vía freedigitalphotos