Dieta mediterránea (2): de Rockefeller a Keys. Origen del concepto epidemiológico

Anteriormente en este monográfico sobre la dieta mediterránea:

 

De Rockefeller a Keys. El origen del concepto epidemiológico.

Dieta mediterráneaEl germen de lo que posteriormente fue considerado algo similar a lo que ahora nosotros más o menos entendemos por “dieta mediterránea” lo encontramos en un estudio que a mediados de S XX, impulsó la Fundación Rockefeller tal y como puede leerse en la página 97 de este balance anual (1948) de la mencionada fundación. En él la fundación se sensibiliza con el interés que mostró en aquel entonces el gobierno griego por la salud de sus compatriotas. En concreto se trataba de estudiar todos aquellos parámetros susceptibles de intervenir en la salud futura de los griegos (estatus actual de salud, agricultura, industria, educación, transportes, explotación de recursos naturales, etc.) y con estos datos establecer en el futuro campañas de intervención. Para ello eligió estudiar todos estos parámetros en la isla de Creta como una muestra representativa de la población en estudio y tras sacar conclusiones aplicar las mencionadas campañas a todo el territorio nacional.

En 1953 los datos derivados del estudio anterior y relativos al estado nutricional y de salud de los participantes fueron analizados por el equipo del epidemiólogo Leland G. Allbaugh en el informe titulado Crete: A Case Study of an Underdeveloped Area. Entre muchos de los datos relativos a los hábitos dietéticos el equipo de Allbaugh puso de manifiesto que:

  • La alimentación cretense básica constaba en aquel entonces de aceitunas, cereales, legumbres, frutas, verduras y plantas silvestres, al tiempo que había una limitada cantidad de carne de cabra, leche, derivados cárnicos y pescado.
  • Una comida no se consideraba completa sin la presencia de pan, aceitunas y aceite de oliva. Este aceite contribuía en gran medida a la ingesta de energía hasta el punto que la comida parecía, literalmente, “nadar” en aceite (sic).

Tras el análisis de estos datos y teniendo en cuenta que la población en estudio era una sociedad en desarrollo, LG. Allbaugh concluía que:

  • … Los niveles de consumo de alimentos eran sorprendentemente buenos. En general, su patrón de alimentación y los hábitos alimenticios estaban extremadamente bien adaptados tanto a sus recursos naturales y económicos, como a sus necesidades.

Sin embargo, el estudio también se hacía eco del parecer de los propios implicados al respecto de su “dieta”. Entre las notas más destacadas merece la pena resaltar que:

  • Solo una de cada seis familias entrevistadas consideraba su dieta como “satisfactoria”
  • Entre los alimentos que más echaban de menos para “mejorar sus dietas” los entrevistados señalaron: carne (el 72% de los encuestados), arroz, pescado, pasta, mantequilla y queso.

[Nota: Quizá convenga poner en relación estos datos con los de la entrada “Sanos a la fuerza: lecciones de la crisis cubana” y darse cuenta que en no pocas ocasiones la excelencia nutricional de un patrón dietético cualquiera, yendo más allá de una serie de alimentos concretos implicados, esta caracterizada por una cierta carestía o si se prefiere, sobriedad. Algo muy diferente a lo que ocurre en nuestro medio. Véase el contrapunto en Manolo 48 años, 97 kilos y su dieta mediterránea]

Todo apunta a que estos datos fueron objeto de atención por parte de un aun poco conocido fisiólogo de la época, el Dr. Ancel Keys. Presumiblemente este se dio cuenta de las diferencias de estilo de vida entre griegos y estadounidenses al tiempo de haberse percatado de la baja incidencia de enfermedades del corazón en Creta, en especial si se comparaba esta con la de sus paisanos. Lo más probable es que alentado en parte por estas observaciones de Leland G. Allbaugh y fruto de sus propias teorías emprendiera una investigación de más de 15 años que ha trascendido hasta nuestros días con el nombre de Coronary Heart Disease in Seven Countries (La enfermedad coronaria en siete países).

Pero esa es otra historia. En el siguiente capítulo ahondaremos en el perfil de Ancel Keys, en su especial aportación a la alimentación militar, en sus éxitos editoriales de la mano de su mujer y en el nacimiento mediático del término “dieta mediterránea” porque, no olvidemos, que en la fecha que nos hemos quedado esta expresión no tenía aun ningún significado práctico.

Continuará… En el próximo capítulo: “Ancel Keys y su legado

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Imágenes: luigi diamanti vía freedigitalphotos.net