Mil millones de personas se acuestan con hambre y otros mil millones son obesos

Pizza obesidadImprescindible me ha parecido esta reflexión de Richard Smith en un post dentro de un blog adscrito a la prestigiosa revista British Medical Journal, titulado Nourishing the world (“Alimentando el mundo”) y que no por conocida es lo suficientemente elocuente como para recordarla de tiempo en tiempo.

Unos tiempos y un entorno, el nuestro, en el que a menudo perdemos la perspectiva y vivimos enfrascados en tonterías nutricionales, preocupados por las “dietas”, el nutricionismo y ver quién luce más guapo y radiante con la última dieta de moda, a cual más descacharrante.

Además de las primeras líneas de ese post del BMJ que he tomado prestadas para el título del mío, el post en cuestión aporta otras cifras francamente preocupantes o que invitan a la reflexión fruto de una conferencia entre expertos organizada por The Economist : cerca de 165 millones de niños tienen su aparato digestivo atrofiado a causa de la desnutrición que sufren y, además dos mil millones de personas tienen algún tipo de deficiencia relacionada con las vitaminas y minerales.

Parte de la clave según Gordon Conway (Profesor de desarrollo internacional del Imperial College de Londres) es el bajo rendimiento que muchos pequeños agricultores obtienen en sus producciones en los países del tercer mundo y la necesidad de producir más con menos pero, al mismo tiempo, dar con una solución sostenible a largo plazo. Sin embargo, esta perspectiva sin dejar de ser probablemente cierta choca con la de otros expertos que afirman que ya se producen suficientes alimentos como para alimentar a todo el mundo, lo que habría que hacer (es fácil de decir) es que esos alimentos lleguen a todos. Según Kanayo Nwanze (presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola) alrededor del 40% de los alimentos producidos en África nunca llegan a la mesa, al tiempo que el 30% de los alimentos en los países desarrollados se desperdicia. “Nuestro problema –dijo- es la inequidad y la desigualdad con los países en desarrollo, de forma que los ricos cada vez más ricos y los pobres más pobres”.

Hambre

Por no hablar de las implícitas diferencias de género, de nuevo Nwanze afirmó que en estos países en desarrollo es imprescindible invertir en las mujeres, pero invertir de verdad. Así, según el mencionado post, en un estudio realizado en Costa de Marfil se puso de manifiesto que la inversión 1 dólar invertido en una campesina produce el mismo rendimiento que 11 dólares invertidos en un hombre. Algo que hay poner en contexto y que es difícil de cambiar cuando se sabe que al menos en Uganda, el 80% de los campesinos son mujeres y producen el 60% de los alimentos al tiempo que son poseedoras de tan solo el 1% de la tierra productiva. La mayor parte de esa tierra pertenece a los hombres, y muchos de ellos se dedican a cultivar tabaco en vez de alimentos debido a la rápida “monetización” que obtienen.

No faltaron representantes de los “grandes” en la mencionada reunión, por ejemplo Monsanto, el primer productor de semillas del mundo que, representado por Hugh Grant, presidente y director ejecutivo, mencionó que una de sus metas a medio plazo consiste en producir semillas que dupliquen su rendimiento mientras necesitan menos recursos y agua como principal de ellos.

En definitiva y entre tanto lo mismo de siempre, hambre para muchos y opulencia desbordada para otros, mientras las bonitas palabras de igualdad, sostenibilidad, investigación, optimización de recursos, etcétera planean, grandilocuentes, en las reuniones “importantes”, y campañas como las de SUN y Acción Contra el Hambre se parten la cara con escasos resultados globales.

¿Y tú, cuál es tu opinión sobre las causas y posibles soluciones para este problema del hambre en el mundo?

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Imágenes: marinafrica vía freedigitalphotos.net