¿Qué hay de cierto sobre la tripa cervecera?

pensativo¿de verdad se le puede atribuir un papel significativo a la cerveza como tal en la protrusión abdominal que lucen en especial no pocos varones?

la respuesta es que a medias. o que de alguna forma la cerveza contribuye a ello, pero desde luego, por si sola no suele ser una explicación, hay otros elementos que normalmente se obvian en esta ecuación.

tal y como explico en mi libro “con las manos en la mesa” en el que se aborda la verosimilitud de este y otros mitos alimentarios, la cuestión ha de ser observada a través de varios factores. además de los que son evidentes, es decir, la cantidad de cerveza y la frecuencia con la que se toma, es indispensable tener en cuenta otros no menos importantes: el marco alimentario junto al que se realiza esa ingesta de cerveza (si se comen más o menos panchitos, snaks, tapas, etcétera al tiempo que se bebe esa cerveza), así como el género del consumidor cervecero y su edad.

la cantidad y la frecuencia como claves

el tema de la cantidad no es baladí. por ejemplo, es relativamente habitual que alguien entre en un bar y pida: ¡un zumo de tomate, por favor! y en ése caso, lo más probable es que le sirvan unos 200 ml. (1 botellín) de zumo de tomate. sin embargo, si alguien entra en el mismo bar y pide: ¡una cerveza, por favor!, lo más probable es que la ración sea de unos 330 ml. de cerveza. el resultado de la primera petición, unas 90 kcal (tomate), el resultado de la segunda 148 kcal (cerveza). al mismo tiempo, en el caso de la cerveza y a diferencia del zumo de tomate, es más probable que haya una segunda, tercera y así sucesivamente consumición. siendo así, el resultado es totalmente diferente como puede comprenderse con facilidad. es decir, cuando se bebe cerveza es más frecuente que las ingestas sean mayores que cuando se bebe cualquier otra cosa.

el acompañamiento como clave

cerveza y picoteo

tampoco es tontería el tema del acompañamiento y el marco. en cierta medida se criminaliza un único producto (la cerveza) haciéndole culpable de un mal planteamiento alimentario general. en el marco del consumo cervecero, son mucho más frecuentes las asociaciones de esta con patatas bravas, “panchitos”, pizza, patatas fritas, etcétera. asociaciones que quizá sean menos inmediatas con otro tipo de bebidas. además el tema de la cerveza se vincula también en no pocas ocasiones a un estilo de vida más sedentario (¿hablamos de los eventos deportivos delante del sofá con unas cuentas cervezas en la mano y su acompañamiento?). en este sentido, sería tan correcto decir “tripa cervecera” como lo sería el referirse a ella como tripa patatera, cacahuetera, pizzera, sedentaria, etc. o simplemente, tripa tuttiguarri (y abundanti). como ves, todo cuenta.

el género y la edad

luego está el tema de “la tripa cervecera” en concreta alusión a la de algunos varones y de determinada edad. pues esto también tiene su explicación. sobrepasada la “plenitud” fisiológica y ya en la mediana edad, cuando no de pleno en la madurez, en general es contrastable un descenso en el gasto energético total tanto por un descenso del metabolismo basal, como por la habitual disminución del gasto debido a la actividad física. ni que decir tiene que en estas circunstancias se facilita la acumulación de grasa a partir de los excesos calóricos a lo que puede muy frecuentemente contribuir la cerveza y sus acompañamientos. en el caso del varón, el patrón de acumulación de tejido graso más típico (mediado por características hormonales) tiene lugar en la región del abdomen.

así pues, esta es la explicación, que si bien en general no hace justicia a realidad de la expresión, ayuda a comprenderla.

aquí tienes un vídeo que lo explica a las mil maravillas y que se ciñe como un guante a los contenidos que en su día dejé por escrito en el libro. educativo y entretenido. que lo disfrutes.


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imagen:  david castillo dominicikeko64 vía freedigitalphotos.net