a la hora de hablar sobre el cómo se come en españa a los españoles se nos llena la boca de piropos. y yo soy el primero. algo que no deja de ser curioso porque a excepción de lo acontecido en las dos últimas décadas gracias a nuestros cocineros patrios más renombrados, nuestra gastronomía no ha gozado nunca de una especial trascendencia internacional. sin embargo, nuestra fortaleza más evidente en este terreno parece que la hemos hecho descansar en el nacimiento, no hace tanto tiempo, del concepto “dieta mediterránea”.
leía el otro día con cierto deleite y autocomplacencia un artículo en el país titulado “algo de que alegrarse” en el que se sacaban a colación algunas de estas ideas, sobre lo buena que es nuestra dieta y todo eso, utilizando como punto de partida un artículo científico recientemente publicado (este de aquí) que ponía en valor algunos de los elementos, de forma aislada, de la mencionada “dieta mediterránea”. como se puede comprobar, un servidor coincide con bastantes de los conceptos que se mencionaban en el editorial. ideas, recomendaciones que se han sostenido, de una forma u otra, en diversas entradas de este blog, por ejemplo:
[…] la buena salud no depende de las bondades de un alimento o de otro sino de la combinación de todos ellos hasta conformar una dieta […]
[…] hay que volver a la comida de casa. la de toda la vida. la de una abuela.
resulta que lo que vale es aquello que teníamos delante de los ojos, el plato humeante.
etcétera.
sin embargo, de verdad que no sé en qué parte del mencionado artículo científico se basa la autora del editorial de el país, para sacar estas conclusiones. pero hoy no voy a meterme en ese jardín. por el contrario, y dando por buena la excelencia de la “dieta mediterránea” como patrón dietético saludable, pretendo cuestionar si en españa, actualmente, la seguimos de una forma más o menos generalizada.
lo digo porque al mismo tiempo que tenemos el ego un tanto subidito con que aquí comemos al estilo mediterráneo, nuestras cifras de obesidad entre la población general son de las más altas de entre los países de nuestro entorno. por no hablar en concreto de la población infantil, la cual está a la cabeza (o casi) entre los países de la unión europea.
hay quien puede afirmar que es posible que sean hechos independientes, no tan relacionados (cosa que dudo, pero bueno) y que haya otros elementos que influyan en nuestro obeso resultado (que los hay, sin duda). por esta razón convendría comprobar cuál es el grado de adherencia de las distintas poblaciones al patrón dietético definido como “dieta mediterránea” (sea el que este sea, porque la cosa no está tan clara) y así salir de dudas si aquí en españa la seguimos.
para que te hagas una idea en un estudio publicado en 2009 en la revista public health nutrition se examinó el grado de adherencia a la “dieta mediterránea” en 41 países y su evolución durante dos periodos de tiempo separados 40 años (en los periodos de 1961/65 y 2000/03).
como puedes comprobar en la tabla extraída del mencionado estudio, en la década de los ’60 del s.xx españa ocupaba el puesto número 13 con un “índice de adecuación mediterráneo” cifrado en 3,35. tras 40 años, y utilizando la misma escala, españa pasó a ocupar el puesto 21 con un índice de 1,19. y no es el único estudio que apunta esta tendencia, hay varios, entre ellos este que está centrado en el alejamiento del estilo de vida mediterránea dentro de la población adulta española.
entre las posibles razones para que esto suceda así es que según diversos expertos nuestros hábitos alimentarios se han desplazado hacia un patrón de alimentación más “occidentalizado” al tiempo que el nivel de actividad física ha descendido de forma importante. todo ello con independencia de nuestros buenos orígenes.
si me preguntan diré, porque estoy convencido de ello, que aquí se come de maravilla, siempre y cuando nos ciñamos a las costumbres más autóctonas y no nos dejemos influenciar por hábitos más “modernos”. no conozco mas que media docena de países aparte de españa, pero yo lo tengo claro… ¿y tú?
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foto: nako