El frío, ¿un aliado contra la obesidad?

Pasmado (y no de frío precisamente) me quedé el otro día al leer una notita breve: el titular decía tal que así: “El frío del invierno, ¿un buen aliado oportuno’ contra la obesidad?”.

En el interior de la “noticia”, cito textualmente: “El doctor Rubén Bravo, supervisor de Nutrición y Endocrinología del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) aseguró ayer [22 de febrero] que el frío puede resultar un aliado oportuno contra la obesidad“. Y razonaba su lapidaria afirmación debido a que como más de la mitad de las calorías que ingerimos están destinadas al mantenimiento de la temperatura corporal (¡!), si hace frío en el ambiente necesitamos más calorías, y que es bien sabido que el deporte y las bajas temperaturas “activan el consumo de grasas que ayudan a adelgazar“.

Dejemos de lado el tema del deporte o de la actividad física, porque creo que a nadie se le escapa esta relación entre actividad física y gasto calórico, y por tanto su papel en el adelgazamiento… ¿Es esto cierto, ayuda el frío a adelgazar? En teoría sí, pero en la práctica no. Es cierto que una buena parte de nuestro gasto energético debido al metabolismo basal se destina al mantenimiento de la temperatura corporal, pero este elemento, la temperatura, es sólo una parte de los componentes de dicho gasto energético en reposo también llamado metabolismo basal. Además de la temperatura, el gasto energético en reposo abarca el gasto destinado a la función cardiorespiratoria, el mantenimiento del tono muscular, el equilibrio ácido-base, la función de nuestros órganos internos y un largo etcétera de otras funciones basales. Así qué, afirmaciones grandilocuentes como que más de la mitad de las calorías consumidas las destinamos al mantenimiento de la temperatura son cuando menos gratuitas y, llegado el caso, falaces.

Quizá, no me extrañaría, que el origen de este despropósito informativo y sus connotaciones respondan a la formación del supuesto “doctor”. Resulta cuando menos chocante el saber que la misma persona que se nombra como “supervisor de Nutrición y Endocrinología del IMEO” tenga como única formación académica la de Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas, Publicidad, Marketing y Comunicación por la Universidad Europea de Madrid. Sin embargo, entre las múltiples denominaciones con las que se le puede encontrar en internet y en medios de comunicación abundan los términos de “nutricionista”, “naturópata”, “especialista en nutrición”, “jefe del sevicio de endocrinología del IMEO”, etc. referidos a su persona. La realidad es que no posee ni ha recibido la más mínima de las formaciones académicas oficiales como profesional sanitario. Ninguna. Y de lo de “doctor“, mejor ni hablar.

En cuanto a la “noticia” en sí no hay tal novedad. El propio Dukan, además de sus disparatados planteamientos dietéticos hiperproteicos, también hace hueco en su libro “No consigo adelgazar” a otros disparates con el fin de adelgazar. Por ejemplo, en la página 226 de la 5ª edición del volumen antedicho (la que yo tengo) hace recomendaciones acerca de quitar ropa de cama en invierno o salir a la calle aceptando abrigarse menos (y aceptando, claro está, el riesgo a contraer, como poco, un buen resfriado, cuando no una pulmonía)… maravilloso. Pero aun podemos retrotraer el origen de este sinsentido muchos años atrás. En un “maravilloso” libro de subyugante título “¿Desea adelgazar sin dejar de comer?” de 1952, y firmado por un tal Dr. Box se nos hacen idénticas recomendaciones al respecto de salir al exterior en invierno “a cuerpo”, sin ropa de abrigo, con el fin de alcanzar un más rápido adelgazamiento. Pueden hacer la prueba si quieren (es una invitación retórica, por favor, no la hagan) a salir en la próxima ola de frío (como la de hace dos semanas) a la calle y sin abrigo.

Creo que es momento para hacer un par de reflexiones: La primera sobre cómo es posible que personas sin una formación sanitaria específica (y en este caso, ni tan siquiera general) salgan ofreciendo recomendaciones sobre salud en los medios de comunicación con total impunidad. Y la segunda, sobre el grado de responsabilidad de los propios medios a la hora de poner al alcance del público (sujeto inerme en estas circunstancias)  este tipo de información sin haber antes contrastado tanto la fuente como la idoneidad del mensaje.

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Foto 1: Marijn de Vries Hoogerwerff

Foto 2: pinguino