Dinamarca rema hacia atrás con el impuesto sobre las grasas

No sé si estáis al corriente, pero hace poco más de un año, en octubre de 2011, el gobierno danés aplicó el primer impuesto sobre la comercialización de determinados alimentos que contuvieran una determinada proporción de grasas saturadas en su composición. En concreto, los alimentos objeto del impuesto, son aquellos que poseen en su composición más de un 2,3% en forma de grasas saturadas. Un aspecto importante de esta ley del tipo “café para todos” es que se aplica con independencia del origen del alimento. Es decir, por ejemplo, al aceite de oliva también se le aplica el impuesto ya que su perfil lipídico contiene, dependiendo de variedades, entre un 13 a 16% de ácidos grasos saturados y por tanto  este producto, como muchos otros sobre los que inicialmente no hay una mayor sospecha sobre su idoneidad, se han visto encarecidos. Las carnes son también otro punto de discordia ya que dependerá del origen y de la pieza escogida, pero que en cualquier caso muchas de ellas aumentaron su precio/kg. Algunos cálculos afirman que con este impuesto el aceite de oliva es un 6,7% más caro; el queso graso (más del 45% de MG) un 6%; la mantequilla un 16%; la margarina un 21%, etcétera.

Esta medida, aplicada en Dinamarca forma parte de una campaña para la lucha contra la obesidad, ha resultado polémica desde su origen ya que entre otras cuestiones parece ser desmesurada ya que este país no es precisamente uno en los que la tasa de obesidad sea más alta de los de su entorno (por ejemplo, 13% en Dinamarca vs 35% en los EE.UU). Eso y además que la relación consumo de grasa saturada-obesidad no está clara para la comunidad científica.

 

Donde dije digo, digo Diego

Sin embargo, apenas un año después de su implantación, los resultados no parecen alentar el seguir con el impuesto. En cierta medida esta iniciativa lo que más claramente ha propiciado ha sido una gran cantidad de desplazamientos de los daneses hacía otros países cercanos de su entorno con el fin de hacer la compra en sus supermercados, más típicamente Alemania y Suecia. Es decir, los daneses en vez de verse alentados hacia la compra de alimentos “más saludables” (la definición de alimentos “más saludables” es como he dicho parte del propio debate) lo que han hecho ha sido realizar su compra en lugares donde no estuviera el impuesto implantado.

Por tanto, el gobierno danés, un país consecuente (por lo que se ve, además, consecuente en el corto plazo) ha realizado unas declaraciones que vienen a decir que: El impuesto sobre la grasa y sus implicaciones sobre múltiples productos alimenticios ha sido duramente criticado por haber aumentado los precios de consumo; por aumentar los costes indirectos de las empresas productoras; y por poner en peligro el puesto de trabajo de algunas personas. Y que todo ello ha propiciado además un movimiento significativo de los daneses para realizar sus compras en otros países.

Así pues, en este contexto, el gobierno danés y el partido verde se han puesto de acuerdo para abolir el impuesto sobre la grasa y cancelar la implantación de otro impuesto previsto para fechas cercanas con respecto al contenido de azúcar en los alimentos.

En resumen, son diversos los países o las regiones y ciudades de muchos estados que están introduciendo impuestos y tasas para desalentar el consumo de determinados productos, desde refrescos a distintos tipos de comida basura. Algunas regulaciones parecen ser eficaces, pero no está claro cuál es exactamente la clave que marca las diferencias en el éxito entre aquellas medidas que son bien acogidas y que “parecen” ser útiles y las que no, como en el caso de Dinamarca.

Y tu, ¿crees que jugar con los precios en general de los productos son una buena manera de frenar la obesidad y/o promover la salud?

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Foto 1: add1sun

Foto 2: M.Angel Herrero