Parece el comienzo de un chiste… pero no lo es. ppodría serlo de no ser porque se trata de la triste realidad de muchas empresas de la industria alimentaria que tienen su principal negocio en la elaboración y venta de snacks, aperitivos y tentempiés “de conveniencia” (¿conveniencia, realmente alguien piensa que nos convienen en algún sentido?). Para responder a esta imaginaria pregunta me ha parecido adecuado hacer un símil con una película de culto del cine negro “Al rojo vivo” (White heat, 1949, con un incomensurable James Cagney de protagonista).
https://youtu.be/bytoid_snne
En la peli que comento James Cagney interpreta a Cody Jarrett, que para el post de hoy se identifica con ese snack cualquiera al que me refiero. Muy en resumen, el tal Cody Jarrett es un personaje más malo que una madrastra borracha, un malhechor que se dedica a delinquir aquí y allá, a robar bancos, a matar gente buena, como por ejemplo a los policías, y demás etcéteras todos perversos y malvados. Va de duro malote, le gusta serlo y no se pone disfraz alguno, salvo… salvo cuando tiene que rendir cuentas a una madre, la suya, a la que quiere con el alma (habría que ver qué tipo de amor es ese) y a la que prometió que un día sería un tipo importante (sin contarle cómo, claro). El caso es que Cody, tratando de hacerse una carrera en el mundo del hampa, a los buenos se les terminan por hinchar las narices y se van por él a saco, en plan rollo jauría humana o casi. Y lo consiguen acorralar en una refinería, pero él no se rinde. Al final, los buenos deciden arriesgarse y emprenderla a tiros, le dan, y claro se monta la mundial en la refinería. Así, justo antes del gran petardazo, con llamas por todos lados, encaramado en lo alto de un depósito de combustible y herido, Cody Jarrett grita a los cuatro vientos:
Made it ma: top of the world
(¡Lo conseguí mamá: la cima del mundoooooo!)
Y tú, querido y fiel lector, es posible que estés pensando, ¿qué cable se le habrá cruzado hoy al Nutricionista de La General para relacionar el fragmento de esta peli con los snaks? no te culpo, así que déjame que lo explique en un puñado de líneas.
Pues tal y como yo lo veo no es demasiado complicado. Es probable que hayas comprobado que los envases de no pocos snaks (patatas fritas, aperitivos, chocolatinas, bollos industriales, etc.) se acompañen de una manipulada lustrosa pirámide de los alimentos en las que además una leyenda nos informa con un mensaje absolutamente tergiversador de que el consumo de ese producto puede formar parte de una dieta variada y equilibrada.
¡Manda webs! que diría aquel. O sea, ni de coña. Venga va, sí, para ti la perra gorda. Los snaks y todas estas zarandajas tienen una mención en no pocas (no en todas) de aquellas guías elementales de alimentación saludable destinadas a la población general (en especial en aquellas que tienen la forma de “pirámide”). Pero ¡caramba!, cuando aparecen estos snaks lo hacen en la cúspide (“en la cima del mundo” que diría Cody Jarret en la peli mencionada) lo que implica, si hacemos una lectura adecuada de lo que significa, que su presencia en esa alimentación equilibrada y saludable ha de ser anecdótica y que en cualquier caso es prescindible.
En definitiva, cuando un alimento perteneciente a la denominada comida basura se pone la falaz medalla de estar en la pirámide de la alimentación saludable ¿qué es lo que tenemos? tenemos un caso muy parecido al de Cody Jarret, un producto absolutamente innecesario, terriblemente presente en nuestro medio y que además, se vanagloria de estar en el top.
Así pues no dejes que te vendan la moto sin manillar. Por muchas pirámides y demás mensajes buenrollistas que puedas encontrar en los envases de los snaks, estos están hechos únicamente para aplacar el escozor de tu conciencia. Para disimular y camuflar la verdadera naturaleza del snak como alimento. No por lo que en realidad son, sino por la presión a la que los consumidores son sometidos gracias a su márquetin torticero y a su sobre-abundancia en no importa que entorno en el que nos hallemos.
Snaks diversos, dejadme que os diga una cosa, que lo sepáis: estáis muy ricos, pero no hacéis ninguna falta. En realidad, lo que no hace ninguna falta es el coñazo que dais en nuestras vidas (y en la de nuestros hijos) que no ayuda, ni un poquito, a mantener esa tan cacareada alimentación saludable a la que tanto aludís y de la que tanto adolecéis.
¿Lo hice mamá, estoy en la cima del mundo?… anda que no hay que ser hipócrita.
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