Hoy os traigo ese tipo de cosas que pasan cuando por ejemplo, alguien es consumidor de productos ecológicos sin saber muy bien porqué lo hace o cuando sus razones, en el fondo, son un mero postureo. Así, en un marco adecuado es posible que un eco-consumidor (al menos alguno holandés) cante La Traviata loando las virtudes de alimentos supuestamente ecológicos cuando en realidad no lo son.
La trampa, burla inocente o como quiera llamársele (a mí me gustaría llamarlo “ejercicio de racionalidad que pone en evidencia la irracionalidad”) fue preparada y llevada a cabo por dos jóvenes Holandeses hace apenas un mes con una estrategia sumamente sencilla:
- Van al McDonalds, eligen y compran una serie de productos de su “carta”: que si un par de hamburguesas, unas cuantas raciones de nuggets, tres o cuatro muffins etcétera.
- En el mismo establecimiento los cortan con cierto gusto, les añaden las salsas de la franquicia y lo empaquetan.
- Se dejan caer en una importante convención anual sobre alimentación y gastronomía en el que se van a dar cita reconocidos expertos gastronómicos y disponen en su correspondiente espacio los productos anteriormente adquiridos y preparados a los que adornan con un palillo que tiene la bandera holandesa (dando la impresión que es un producto genuinamente holandés).
- Por último, ofrecen al público esos productos en forma de bocado afirmando que se trata de una nueva alternativa ecológica a la comida rápida, y luego les entrevistan al respecto de sus sensaciones, qué les ha parecido, qué destacarían… los puntos fuertes de esa comida, sus ventajas y tal.
Y el resultado es este que tienes a continuación. Lo puedes ver en este enlace subtitulado en castellano o a continuación con subtítulos en inglés.
¿Que se aprende con este ejercicio? Un par de cosas. La primera que no hay más creyente que aquel que quiere creer, o que no hay más “listo” que aquel que cree saber. Como dice Cedrique al final (el protagonista moreno) hemos aprendido que si le dices a alguien que algo es ecológico se lo cree de forma inmediata (el que quiere creer, claro). Y la segunda, que lejos de esta pequeña broma sin mala intención y sin el menor de los rigores científicos también se esconde una crítica a todos esos otros trabajos que, esta vez sí, con pretendido rigor, nos informan de lo mucho más adecuados que son los alimentos ecológicos (todos así, a lo bruto, lo que forma también parte de la falacia) en base a su aspecto y sabor. Es decir, pone de manifiesto la importancia de hacer estudios rigurosos, cegados y con control incluso aquellos que consisten en hacer una cata de determinados productos… lo que se denomina cata a ciegas, vamos. Pero a ciegas de verdad
Más de uno debería plantearse qué hubiera pasado si le hubiera pasado a él.
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Nota: quiero agradecer a Miguel Franco (@MiguelFranco2) el haberme hecho llegar este vídeo a través de Twitter. Así como recordar que otros buenos compañeros ya se han hecho eco del mismo, como en el caso de José Miguel Mulet y que puede ver en este enlace.
Imagen: Stuart Miles vía freedigitalphotos.es