El fenómeno de los ‘influencers’ señala de manera más o menos moderna y chic a lo que toda la vida se ha conocido con el nombre de ‘principio de autoridad’ aplicado como elemento de persuasión

El pasado 6 de noviembre tuve el placer y el privilegio de participar en el VI Encuentro Nacional de la Alianza contra el Hambre y la Malnutrición celebrado en Oviedo que, bajo el lema “La alimentación en la opinión pública. El Papel de la comunicación”, tenía como objetivos:

1. Presentar valoraciones desde diferentes sectores y perspectivas en materia de nutrición y su vinculación con la comunicación. (Mesas redondas).
2. Elaborar una Guía de Recomendaciones para la Acción sobre la nutrición y su abordaje desde la comunicación, con orientaciones diferenciadas para el ámbito de la publicidad, comunicación digital y medios tradicionales. (Guía de recomendaciones).
3. Sensibilizar a la opinión pública sobre el impacto de la comunicación en la nutrición y la salud pública. (presentación de conclusiones, conferencias, etc.).

Conviene saber que la Alianza contra el Hambre y la Malnutrición es un espacio neutral de diálogo para organizaciones y personas comprometidas con la lucha contra el hambre y la malnutrición desde un enfoque de Derechos Humanos; auspiciado por la FAO y las Naciones Unidas, y que cada año organiza un Encuentro Nacional, en el que se debaten diferentes aspectos relacionados con la malnutrición.

Más en concreto y en mi caso, participé en la mesa redonda sobre “El papel de la comunicación digital y las redes social” y lo hice acompañado de la mejor forma posible junto a Beatriz Robles y Miguel Lurueña, en una mesa redonda dirigida por Marta Tejerina. Y para coronar este acompañamiento, la siguiente mesa de debate (“El papel de los medios de comunicación tradicionales”) contó con la presencia de gran Jesús Soria de SER Consumidor, además de la mirada siempre crítica de Miriam Moreno y Belén Kyser.

La jornada empezó presentando las conclusiones del V Encuentro de la ACHM-E: “Malnutrición: carencias, excesos o desequilibrios”, así como la Guía de Recomendaciones para la Acción 2018 que puedes descargar pinchando en el enlace anterior.

Mi intervención, que puedes descargar completa en este enlace, estuvo centrada en el principio de autoridad como elemento de persuasión en la toma de decisiones de terceros, destacando que este mecanismo es tan viejo como el propio comercio. Desde hace mucho tiempo los fabricantes o distribuidores de cualquier bien o servicio han tratado de usar la imagen de terceras personas que, siendo conocidas en un determinado ámbito –y con independencia de que su visibilidad tenga relación con el producto o servicio en sí- les sirviera para hacer más caja. Ya vengo hablando de estas cuestiones desde hace tiempo, por ejemplo, en estas entradas:

• ¿Pero cómo voy a anunciar eso si ni tan siquiera sé a lo que sabe?
• Análisis de la validez de los famosos como prescriptores de salud

Pero la cuestión ya no es solo que el o la influencer de turno sepa del producto o servicio que promueve -que sea médico, nutricionista, o lo que sea en este mundillo- el mayor problema quizá resida hoy en día en la motivación por la que ese influencer está en ese momento promocionando un producto o servicio, que en muchas ocasiones es exclusivamente económico. Es decir, parece más que evidente que en la actualidad y para muchos la promoción de un producto o servicio determinado (o su contrario o competencia) solo depende del tamaño de la contraprestación económica.

Dicho todo esto quisiera agradecer de corazón la invitación y la acogida de diversas entidades y personas empezando por D. Enrique Yeves, director de FAO España; D. Antonio Blanco, director de la Fundación Alimerka; y al resto de participantes con quienes disfruté este encuentro.

Supongo que aproximadamente dentro de un año conoceremos el informe y conclusiones de esta jornada.