Inteligencia. Razón. Espíritu crítico

El post de hoy tendrá ración doble. Se trata de hacerles llegar el comentario que hice el pasado viernes en el blog Scientia a resultas de la entrada “¿Inteligencia digestiva?“. Hoy no hay nutrición ni dietética como tal, solo la reflexión a la que me invitó el otro día la lectura de la mencionada entrada. Pero para eso lo primero que han de hacer es pinchar en el enlace que les dirige al citado blog y ponerse al día para entender en su contexto mi comentario.

 

Gracias Jose, gracias.
Irina Matveikova, con sus propias palabras dice al respecto del tener un cerebro digestivo: “… no es una teoría, es un “estudio científico” publicado en año 1999…” Que si no me salen a mí mal las cuantas es algo así como 13 años atrás. Y aquí estamos hoy impartiendo en todas las universidades españolas (del resto no hablo, no las conozco) clases de anatomía y fisiología unos conocimientos trasnochados (modo sarcasmo: ON)

La situación es lamentable en distintos aspectos. El primero de ellos para mí es la figura de “Autoridad” que nuestra sociedad ha otorgado a la clase sanitaria, muy en especial a la médica. No quisiera que se descontextualizaran mis palabras: El profesional médico, como figura, merece todo mis respeto y admiración (aunque sólo sea, que es más, por lo que he visto hacer con mi maltrecho cuerpo en ocasiones y qué decir de lo que he les visto hacer en el caso de familiares, amigos y allegados). Chapeau, por muchos médicos. Pero no. No todos los médicos son todo aquello que representa la idealizada figura que de este profesional se tiene en la calle. Y esto es un peligro importante. Al igual que son un peligro los policías o jueces corruptos, los capitanes de trasatlánticos temerarios o los mecánicos de aviones o de coches indolentes (por citar unos pocos ejemplos). Pero no sé porqué razón en el caso de los médicos, basta decir que se es para tener carta de credibilidad en no importa que foros, en especial para el ciudadano de a pie. Y creo que no debería ser así.

El segundo de los desatinos generales radica en los directores de los medios de comunicación a los que se les supone, o se debiera suponer, algo más de criterio que al ciudadano de a pie y, si se quiere, también una cierta dosis paternalista a la hora de programar determinados contenidos que van a terminar siendo devorados por esa heterogénea mezcla que es la “sociedad general”. Máxime cuando el medio de comunicación es público. ¿No quitan la publicidad de tabaco y de determinadas bebidas alcohólicas de la parrillla televisiva, no regulan el consumo y comercialización de estas sustancias a determinados espacios y a edades concretas… no se dan cuenta (o no se tienen asesores para ello) que este tipo de mensajes pueden ser tremendamente dañinos para un determinado sector de la población especialmente vulnerable? Pero la pregunta del millón es ¿no se dan cuenta de que esto es mentira? (una mentira con importantes intereses crematísticos)

En determinados aspectos de la ciencia, cuando no se puede dar una respuesta concreta a una determinada cuestión se suele decir que existe un “debate científico” al respecto… pero lo que hoy nos trae Jose no es una de estas cuestiones. Es amarillismo sanitario recubierto de ciencia para darle una aura de credibilidad. El problema es que este tipo de sensacionalismos científicos tiene muy buena acogida en determinados sectores de la población poco crítica y esta situación tiene la capacidad de generar importantes cantidades de dinero. Es una pena. Una mierda y una de pena.

Sugiero que para determinados pacientes aquejados de estreñimiento, en concreto para aquellos que tengan un mínimo espíritu crítico, acudan a la lectura de este tipo de propuestas sanitario-naturo-eco-alternativo-emocional-vitales para salir de su atasco.

No quiero despecirme sin volver a agredecer a Jose (@ScientiaJMLN) este tipo de entradas, su blog en general y más en concreto la valiente defensa de la profesión de dietista-nutricionista que se hace en el último párrafo en la entrada de hoy. (Nota: pero no nos creamos que todos los dietistas-nutricionistas son buenos por el mero hecho de serlo… al igual que en todas las profesiones también hay manzanas podridas en nuestro cesto)

 

Que es en resumen lo que pienso del tema en cuestión. Y no me refiero a la nutrición y dietética como tal, si no a la falta de espíritu crítico en general que como una corriente nueva asola en gran medida a la sociedad de nuestro tiempo y que quiere, muchas veces a golpe de talonario, meterse con calzador en nuestras universidades. A este respecto, pueden echerle un vistazo a esta entrevista a Manuel Lozano Leyva, físico y divulgador científico.