¿Quién le quitó el hierro a mis espinacas?: “Nullius in verba”

“¡Excelente lugar para el Snark!”, repitió

Como si esta sola frase debiera estimular a la tripulación.

“¡Excelente lugar para el Snark!”, y lo dijo por tercera vez.

Recordad, todo lo que os diga tres veces es siempre verdad”

Lewis Carroll “La caza del Snark” (1876)

 

Esta entrada participa en la 2ª Edición del Carnaval de Nutrición y en ella se van a poner en entredicho algunos artículos de dos importantes publicaciones, nada más y nada menos que una del British Medical Journal (BMJ) y otra de The Lancet como impulsores de mitos sin pruebas (yo haciendo amigos)


“Nullius in verba” es el lema de una importante sociedad científica, la “Royal Society of London for Improving Natural Knowledge” frecuentemente abreviada como la “Royal Societyasí, sin más. Sociedad a la que han pertenecido insignes personajes de la ciencia. Baste decir que son miembros de esta conocida comunidad Isaac Newton, Charles Darwin, Ernest Rutherford, Albert Einstein, Francis Crick, James Watson y Stephen Hawking entre muchos otros que no voy a seguir enumerando ya que dejarse a cualquiera de ellos en el tintero sería terriblemente injusto. Tan solo apuntar que sus miembros son escogidos por su excelencia científica y, además, su pertenencia es de carácter vitalicio.

 

A lo que iba, el lema de tan reconocida sociedad es “nullius in verba” que traducido literalmente viene a ser algo así como “en palabras de nadie” en clara referencia a la necesidad de obtener las pruebas (“las evidencias” si lo prefieren) que en cada momento sean precisas para conseguir un adecuado avance del conocimiento, en vez de recurrir para ello al criterio de autoridad (como sucede tantas veces) y que es usado tan frecuentemente en corrientes escolásticas.

¿Y qué tiene esto que ver esto con las espinacas, incluido Popeye? pensarán ustedes. Pues mucho.

Con esta entrada pretendo poner en tela de juicio, no ya los mitos que son de dominio popular y que los especialistas tratamos de dispersar de la mejor manera posible; si no aquellos otros mitos que muchos especialistas en nutrición siguen propagando: ¿por qué los dicen, tienen algún respaldo científico que los avale, son ciertos porque los digan ellos, son ciertos porque los repitan tres o más veces? Lo cierto es que algunos no, y uno de ellos es el mito de las espinacas, su cantidad de hierro y su efecto sobre Popeye el Marino. Pero, lo mejor de todo es que este mito encierra a su vez otros dos (a modo de Matrioska). Por lo tanto hoy destriparemos tres mitos:

¿Quién no ha oído decir alguna vez o incluso ha hecho suyo el dicho de que las espinacas tienen mucho hierro, es esto cierto?

¿Por qué muchos especialistas recurren a explicar la existencia del mito anterior usando a su vez otro mito, es decir, la de aportar una historia inexistente o al menos no demostrada? (BMJ contra la espada y la pared)

¿Quién ha dicho (y con qué pruebas) que los superpoderes de Popeye vienen del hierro contenido en las espinacas? (The Lancet pillado in fraganti)

Pasemos rápidamente por encima del primer mito hoy por hoy perfectamente aclarado gracias a las tablas de composición de alimentos modernas y centrémonos con más detalle en los siguientes que tienen más enjundia.

Que las espinacas aporten mucho hierro es un mito

Las espinacas, con las pruebas en la mano, no son una fuente especialmente apreciable de hierro y con el fin de hacer bueno el “nullius in verba”, baste acudir a las tablas de composición de alimentos tanto nacionales (por ejemplo, las “Tablas de composición de alimentos españoles de Mataix”, las del CESNID o la base de datos BEDCA) como extranjeras, las más completas las del Departamento de Agricultura de los EE.UU. De esta forma comprobamos que la cantidad de hierro en las espinacas (no ya su naturaleza, que esa sería otra película) es mu parecida a la de cualquier otro alimento de similar origen. Según las primeras tablas citadas las espinacas crudas contienen 2,7mg de hierro por cada 100g… las acelgas 2,3mg; los canónigos (berros) 2,5mg; los grelos 3,1mg; las hojas de menta 9,5mg y el perejil 7,7mg.

Para que se hagan una idea del protagonismo de las espinacas en el aporte de hierro el canal MedLinePLus (un servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU. y de los Institutos Nacionales de Salud) cita como las mejores fuentes dietéticas de hierro los siguientes alimentos, y en este orden: Legumbres secas, frutas desecadas, huevos (especialmente las yemas), cereales fortificados con hierro, hígado, carne roja y magra (especialmente la carne de vacuno), ostras, carne de aves, carnes de caza, salmón, atún y cereales integrales. Advirtiendo eso sí, que el hierro presente en fuentes vegetales: legumbres, hortalizas, frutas y cereales, así como el de los suplementos, es más difícil de absorber que aquel proveniente de fuentes alimentarias animales. ¿Y dónde están las espinacas? Las espinacas no aparecen citadas porque no son consideradas una fuente dietética apreciable de hierro.

Bien zanjado este tema, con pruebas, tal y como gusta hacer a la “Royal Society” abordemos la segunda pregunta (que en realidad son dos ya que contiene a su vez otro mito).

El error en el decimal como explicación de que las espinacas “tuvieran” mucho hierro es un mito

BMJ contra la espada y la pared

Si se toman la molestia de poner en su buscador de google [espinacas, hierro, mito, explicación] obtendrán cerca de 250.000 resultados y la mayoría de ellos hacen referencia a que en el SXIX un científico alemán (en la versión más frecuente el científico es un tal E. Von Wolff, pero también se le atribuye a un tal  Gustav B. Von Bunge) cometió un error de “transcripción” en los datos que se estaban copiando sobre la composición nutricional de los alimentos. Así, de forma distraída, “corrió” la coma correspondiente al hierro de las espinacas un lugar hacia la derecha, multiplicando su valor real por diez. Esta es la explicación que ofrece por ejemplo la ínclita Wikipedia  sobre el origen del mito anterior y que sale en el primer resultado tras la búsqueda mencionada. Al mismo tiempo en ocasiones la explicación se adorna echando la culpa del error de transcripción a la secretaria del científico alemán (lo que ya es rizar el rizo).

Tal es así que la mayor parte de los “expertos” que explican el mito de porqué se dijo en su día que las espinacas tenían mucho hierro utilizan esta historieta. Aquí tienen un ejemplo de cómo “se explica” el mito, en concreto por parte del Dr. Escribano en “la consulta médica” del programa “El larguero” de la cadena SER (el tema de las espinacas comienza en el minuto 7:10)

Volvamos al “nullius in verba”. ¿Es que acaso resulta cierta esta explicación porque se repita en infinidad de páginas web y tratados sobre la materia incluida la Wikipedia o el Dr. Escribano? Pues en esta ocasión va ser que no, o al menos no está nada claro. La pregunta del millón es ¿Quién dijo por primera vez que el mito del hierro en las espinacas era debido a un error de transcripción del siglo XIX?

Pues la primera referencia seria de esto la encontramos nada más y nada menos que en un artículo de 1981 aparecido en la prestigiosa revista British Medical Journal (BMJ) firmado por el profesor T. J. Hamblin. En este artículo, titulado curiosamente “Fake!” (¡Falso!) se aborda precisamente el tema de cómo los bulos y mitos en cuestiones de ciencia y más en concreto de nutrición proliferan a menudo a sus anchas. Y para poner un ejemplo, va y menciona de forma inédita (por primera vez que se sepa) el caso de las espinacas, el hierro y el decimal.

Pero ¿es entonces verdad por que se publique en el BMJ? Pues lo cierto es que apuntaría maneras, sobre todo si el autor del artículo (Hamblin) hubiera referenciado este dato, pero resulta que no. En las más de 13 citas de agradecimiento no se halla ninguna referencia al dato del error decimal de las espinacas. Entonces:

¿No resulta extraño que la historia del error decimal no se conociera antes de que Hamblin lo mencionara en su artículo de 1981? y al mismo tiempo, ¿no es también extraño que este reconocido fisiólogo destape el origen del error de forma “inédita” y no aporte una sola prueba a sus palabras?

Estas mismas preguntas se las planteó hace un par de años el Dr. M. Sutton quién según dice en un artículo bastante bien referenciado: (SPINACH, IRON and POPEYE: Ironic lessons from biochemistry and history on the importance of healthy eating, healthy scepticism and adequate citation) se puso en contacto con el Dr. Hamblin para preguntarle, directamente, de dónde había sacado el dato del error en el decimal de las espinacas. Al parecer (según relata el propio Sutton en el artículo) Hamblin le contestó de inmediato diciendo que esa cuestión ya se la habían planteado con anterioridad pero que “sinceramente” no podía acordarse de dónde había obtenido ese dato, aunque al mismo tiempo aseguraba no habérselo inventado. Ejem… ¿Qué hay entonces del “nullius in verba”?

Sea como fuere el origen del mito por el que una se vez se dijo (y se sigue diciendo aun) que las espinacas constituían un buen aporte de hierro permanece insondable, al menos con las pruebas en la mano. Es posible que la cuestión de confundir el contenido en hierro en las espinacas frescas y desecadas en aquel periodo de tiempo comprendido entre finales del S. XIX y la década de los años ’30 del S. XX tenga algo que ver. Pero sinceramente no se sabe a ciencia cierta.

Mientras tanto sería recomendable que cualquier “experto” con la responsabilidad de aportar al conocimiento general un dato científico, constituya este o no una curiosidad (pero en especial en el último caso) se asegure muy bien de lo que está diciendo y de que tiene pruebas para justificar su aportación. Al resto, a los no expertos, mientras tanto más nos vale ejercer un “sano escepticismo”.

Que a Popeye se le atribuyan sus poderes por el hierro de las espinacas es un mito

The Lancet pillado in fraganti

Apostaría a que si se hace una encuesta a pie de calle sobre el elemento que dentro de las espinacas dota a Popeye de su colosal fuerza, más del 90% respondería que es el hierro… pero ¿quién y cuándo hizo esta atribución?, ¿fue acaso Popeye el que dijo que comía las espinacas por su interesante aporte de hierro? es decir ¿se ha hecho referencia a este elemento en algún momento ya sea en las tiras cómicas impresas de Popeye o en sus dibujos animados? Popeye no fue se lo aseguro (o al menos su autor  Elzie C. Segar)

La primera referencia escrita confiable acerca de porqué Popeye come espinacas la tenemos en un desafortunado editorial de la revista The Lancet en 1971. A su autor, R. Hunter, más le hubiera valido quedarse en casa el día que mandó el artículo a la editorial de la revista, día en el que además en la revista debían estar todos de vacaciones o con resaca, porque va y se lo publican. En el artículo mencionado, titulado tal cual “Why Popeye took spinach” (¿Por qué eligió Popeye las espinacas?) R. Hunter dice textualmente:

“Cuando a principios de los años ‘30 Max Fliesher, el creador de Popeye, echó a volar su imaginación para idear un elemento energizante instantáneo que fuera un restaurador vital para asegurar el triunfo de su héroe marinero ante la adversidad y garantizar así su supervivencia en los siguientes episodios, su elección recayó casi inevitablemente sobre las espinacas. La razón era que en la década anterior (los años ‘20) los estadounidenses comenzaron a consumir grandes cantidades de este vegetal cuando se demostró que contenía importantes elementos para la musculación tales como el calcio y el hierro“.

En primer lugar Max Fliesher no fue el creador de Popeye, lo fue como ya se ha dicho E. Segar. Segundo, ya sabemos que las espinacas no tienen mucho hierro y esto ya lo sabían en los años ’20. De otra forma R. Hunter debería haber hecho alusión a que entonces se creía que el contenido  en hierro de las espinacas era mucho mayor en virtud del famoso decimal juguetón. Y sin embargo no hace referencia a tal circunstancia.

Además en el editorial de Hunter se juguetea con la idea de que sea la riqueza en ácido fólico la protagonista de la colosal fuerza de Popeye… lo cual podría ser… pero va a ser que tampoco ya que el ácido fólico se extrajo de las espinacas por primera vez en 1941 y que Popeye “nació” en 1929.

¿Quién puede aclarar verdaderamente porqué Popeye toma espinacas? Pues el propio Popeye, y de esto sí que hay pruebas. Entre las escasísimas referencias que el personaje hace a las cualidades nutricionales de las espinacas y al origen de su fuerza se encuentra la siguiente viñeta. En ella Olivia, su novia (en otras versiones su nombre es Rosario) se asombra al ver a Popeye comer espinacas directamente del huerto (curiosamente no de la famosa lata) y le dice que parece un caballo. En su peculiar jerga arrabalera, Popeye le responde que las espinacas rebosan vitamina A y que es este elemento lo que hace a los humanos estar especialmente fuertes y saludables.

 En conclusión

Así pues, querido (y sufrido) lector si ha llegado hasta aquí, o bien si se ha saltado todo el tocho para acabar leyendo estas líneas (no le culpo) déjeme decirle que actualmente sufrimos de un exceso de “autoritaritis” al creernos determinadas aseveraciones por el mero hecho  de decirlas quien las dice y sin plantearnos ulteriores cuestionamientos sobre el tema. Es preciso, por tanto, que mantengamos un mínimo de espíritu crítico.

Más allá de los mitos populares que asolan a la población general del tipo “el pan engorda si…”, “el agua es mala si…”, “la fruta hay que comerla… porque si no engorda”, y tantos otros; es especialmente importante que los profesionales de un área determinada (en esta caso el de la nutrición) sean lo suficientemente conscientes a la hora de mantener un criterio adecuado, en especial cuando el mensaje va dirigido a la población general. Y en este sentido un servidor trata, ya veremos con éxito, de alcanzar este tipo de excelencia.

 

 

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Foto Matrioska: somosnobles

Imagen de Popeye con brócoli: Adaptada de methodshop.com

Imagen popeye: andertoons