La mayor parte de la sal que tomas la ha puesto ahí alguien distinto de ti

Resulta relativamente sencillo hacer una relación de alimentos más o menos ricos en sal. Recordemos que el bajar la presencia de este elemento en la dieta era una de las sugerencias que os hacía el otro día en esta entrada cara a los buenos propósitos de comienzo de año.

La mayoría de las personas puede señalar de memoria o marcar en una supuesta lista los alimentos más ricos en sal y por lo tanto en sodio: aperitivos salados del tipo patatas fritas o snaks, palomitas de maíz y similares, encurtidos, etc. Los más avispados también incluirán algunos productos elaborados tipo embutidos, fiambres, salchichas de tipo Frankfurt y similares, e incluso el pan o los derivados lácteos en sus diversas presentaciones entre otros. Pero además de todos ellos hay un montón más de alimentos con un alto contenido en sodio de los que, con cierta probabilidad, no seamos del todo conscientes acerca de su contenido en sodio. Hasta el punto que el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) estadounidense considera que de toda la sal que los norteamericanos incorporan en su dieta, hasta en un 80%, procede de una fuente distinta del consumidor final. Es decir, apenas el 20% de la sal ingerida la incorpora libremente el propio usuario bien en la cocina o bien ya en la mesa.

Veamos algunas de las claves para identificar y llegado el caso evitar estas auténticas minas de sal en los alimentos (además de las ya mencionadas):

Prestar más atención al etiquetado nutricional. Para ello hay que observar la cantidad de sodio por porción comestible del alimento en cuestión y compararla con las recomendaciones diarias. Esta información se encuentra en la actualidad en muchas etiquetas. Para que te hagas una idea, se estima que la población española tiene un consumo diario de sal cercano a los 10 gramos, cuando la mayor parte de las recomendaciones hablan de un máximo de 5g/día. Para convertir la información referente a la cantidad de sodio presente en un alimento en “cantidad” de sal equivalente es necesario multiplicar el valor del sodio por 2,5. Así un producto que informe que tiene 0,70g de sodio por ración, equivale a una presencia en sal de 1,75gramos aproximadamente.

– Al mismo tiempo, no abuses de condimentos elaborados del tipo salsa de soja, de tomate, salsa teriyaki, de los aderezos preparados y similares, ya que tienden a estar muy sobrecargados de sal.

– Si comes mucho fuera de casa presta atención al lugar que eliges para realizar tus comidas, con relativa frecuencia la comida de los restaurantes incorporan más sal que en una preparación casera de la misma receta. Si las circunstancias lo permiten no dudes en solicitar que te sirvan la comida sin sal.

– A pesar de todo lo dicho, supongo que ya me vas conociendo, la mejor estrategia de todas consiste en reducir el uso de alimentos preparados y procesados e incorporarlos con la menor frecuencia posible. Como norma general, ten presente que entre los alimentos “frescos” apenas hay fuentes de sodio dietéticamente importantes. En su lugar se haría preciso incorporar más vegetales frescos (o incluso congelados) más frutas y también más legumbres (ojo con su preparación y aliño).

– Si al final te vas a decantar por un alimento elaborado elige aquellos productos etiquetados sin sal” o “sin sal añadida” o “bajo en sodio”. Ya comenté en su día que el tema del sodio (junto al de la grasa y el azúcar) es uno de los elementos clave para la industria alimentaria a la hora de ofrecer productos con un contenido reducido.

—————————

Foto: Sgt. Pepperedjane