la verdad es que me he resistido hasta el último momento pero al final el tema de la “enzima prodigiosa” y el tristemente famoso libro del médico japonés hiromi shinya me ha podido. las razones principales por las que me resistía eran tres: 1ª que me parecía de una simpleza tan absurda que creía ridículo el tener que comentar nada; 2ª que no tenía el libro como tal y todo lo que había leído era de terceros y; 3ª que no me daba la gana de darle más pábulo al tema del que ya tenía (y mucho menos comprarme el libro)
al final, pasando por encima de tercer razonamiento y habiéndome encontrado un ejemplar digital de la obra (investigando un poquito no es difícil de encontrar) me he decidido a hacer esta entrada. en gran parte también por lo mucho que me están socarrando las orejas con el tema en cuestión, así que creo haciendo este post me ahorraré bastante saliva si termino por dirigir a mis interlocutores directamente al blog.
lo que más me inquieta es que no son pocas las personas que teniendo una carrera universitaria (da igual en qué área de conocimiento, a fin de cuentas todas ellas habrán tenido que cursar para obtenerla la educación obligatoria) se lo han comprado, lo están leyendo y les parece “guay” (por decir algo). empezando por mercedes milá. parece mentira que con lo escrupulosa que es esta mujer para algunas cosas con sus programas de periodismo de investigación y el tema del intrusismo en el ámbito sanitario y demás, se le cruce el cable, y se ponga ahora a hablar maravillas sobre el tema. eso o se ha caído del caballo porque si no, de verdad, que no lo entiendo.
bueno, vamos allá, al meollo del asunto.
no hay meollo. y aquí debería acabarse la entrada.
no hay tal enzima prodigiosa, el bueno de hiromi (su autor) lo reconoce, solo se la imagina, sospecha de su existencia y le atribuye propiedades que a la luz de la medicina actual solo pueden ser consideradas de milagrosas. cualquier niño en sus últimos cursos de primaria con los más elementales conocimientos de biología podría (debería) echar por tierra los argumentos de este libro. lamentables en boca de un señor que ejerce la medicina. por ejemplo:
cuando pones cuidado en comer de forma adecuada y vivir un estilo de vida saludable que no desperdicie enzimas, la vida produce la energía que tu cuerpo necesita.
bonita, preciosa e incluso holística frase entresacada del libro… ¿se las podrías explicar a un niño?
empezando porque la famosa enzima no existe y que solo el autor es capaz de presumir su existencia, este ensayo es un despropósito detrás de otro. por ejemplo, bien es sabido que no estoy muy a favor de la actual corriente hiperproteica-proteinada o como quieras llamarle y al parecer hiromi shinya tampoco, pero utiliza una serie de argumentos para demonizar el consumo de proteínas francamente lamentables y sin aportar, además, ni la más mínima prueba, estudio o artículo, diciendo cosas como:
las toxinas de la carne alimentan las células cancerígenas
lapidaria frase… digo, estoooo… una frase para lapidar. y se queda tan ancho dando una explicación increíble (en su más estricto sentido) sobre el adn, su oxidación y las infecciones en un claro ejemplo de cómo mezclar churras con merinas usando un lenguaje técnico. supongo que utiliza esta estrategia por que suena “guay” y para que quien no sabe de biología no le entienda. pero hay un grave problema en esta estrategia que es que quien si sabe, tampoco lo entiende (y no olvidemos que se trata de una obra de divulgación general)
pero hay más, mucho más. habla de procesos de pasteurización de la leche por encima de 100ºc (algo más que improbable en este proceso). además, como no podía ser de otra forma en todos estos planteamientos más filosófico-ideológicos que científicos afines al rollo new age y terapeutas alternativos, el tema de culpar a los lácteos de gran parte de todos nuestros males es un denominador común. se dice tal que así en el libro en referencia a la leche habitualmente comercializada en nuestro entorno:
en cierto sentido, la leche es el peor tipo de alimento
de hecho, he oído que si un becerro es alimentado con leche que venden en tiendas, en lugar de con leche recién ordeñada, morirá en cuatro o cinco días.
y lo afirma sin el menor rubor, y tampoco sin atisbo de prueba alguna. el libro está cuajado de expresiones de este tipo: he oído; según mi experiencia; he observado; escucha tu cuerpo…
pero lo peor de todo a mi juicio, lo peor de lo peor es la estigmatización de los recursos sanitarios para curar las enfermedades, en especial el cáncer, cuando afirma que las medicinas enferman el cuerpo, la quimioterapia es cancerígena, etc.
os prometo que de verdad soy incapaz de salir de mi asombro cuando analizo el éxito que este libro está teniendo. más allá de ser una solemne tontería, lo peor es que es peligroso. en el momento que un determinado paciente pueda verse influido para dejar el tratamiento convencional con cientos de estudios a sus espaldas y pasarse a estas otras tonterías. se trata por tanto de un libro potencialemente peligroso y dañino.
en cuanto al planteamiento dietético que hace, pues sucede lo de siempre, hay cosas que están bien y no son nada novedosas (incluye más vegetales, procura incluir más alimentos frescos y menos procesados, etc.) y cosas novedosas que no están nada bien. ¿cuando caerán en la cuenta todos estos gurús de la nutrición y dietética que para dar buenos consejos no hace falta ni mentir ni recurrir a cuentos de hadas?
porque, ¿sabes que pasa? que cuando se hace de esta forma aumentan las probabilidades de tener una sociedad cada vez más estúpida, más creyente en unicornios rosas invisibles. y sí, es cierto, siemrpe existirá gente que se reúna en noches de luna llena alrededor de una magnífica fogata para invocar a gaia o a la enzima prodigiosa, madre cósmica de todas esas otras enzimas chiquitinas que habitan en cada ser vivo, eso es algo inevitable y si te digo la verdad me inquieta poco y hasta me parece algo folclórico. pero lo que me parece todo un desacierto es que alguien utilizando su hábito de médico se ponga, ora a convencerte en virtud de sus conocimientos científicos abusando del criterio de autoridad, ora a invocar a una enzima que ni existe, ni es prodigiosa, ni nada de nada. esa enzima es una solemne tontería y es peligrosa.
antes de despedirme, te recomiendo que si quieres conocer otras opiniones en el mismo sentido sobre el libro de la enzima prodigiosa pinches en este enlace del blog de “comer o no comer” (@mitoscomer) o en este otro de @centinel5051 (no debes perderte la entrevista que hay al final del post a mercedes milá… quizá así se entienda mejor porque esta mujer se pone a decir y a hacer este tipo de cosas)
actualización 1: solo la casualidad (“serendipia” se dice en el universo más holístico de las conspiraciones) ha querido que el mismo día que se publicaba esta entrada se publicara otra con similar contenido en el blog de un buen amigo 2.0. imprescindible el análisis que @jmmulet hace del bodrio prodigioso en esta su genial aportación.
actualización 2: aquí puedes encontrar es un reportaje aparecido el el periódico el mundo en la sección “ciencia” el día 7 de junio de 2013 de la mano de maría valerio en el que aparece un servidor mencionado. una de las cosas que me gustaría resaltar con el fin de aportar una muestra más de la verosimilitud de la obra “la enzima prodigiosa” queda reflejado en esta parte del texto del artículo del periódico y que dice tal que así:
el japonés [en referencia a hiromi shinya, el autor], conocido por sus trabajos en el campo de la colonoscopia y la cirugía digestiva, figura en el prólogo como profesor de cirugía en el colegio albert einstein de nueva york (estados unidos. sin embargo un portavoz de la institución ha negado a este periódico [el mundo] que shinya ejerza allí, pese a que la editorial sostiene que sí. sobre la posibilidad de contactar con él, aguilar [la editorial] admite que todo se hace a través de su agente. “pero no responde. hemos intentado varias veces contactar con él sin éxito” reconocen.
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fotos: stuart miles, marin vía freedigitalphotos