Dos claves para comer de fiambrera: planificación y seguridad (I)

Los de provincias, como es mi caso, no llegamos a ser del todo conscientes de la importante cantidad de personas que recurre a la fiambrera para solucionar la comida del medio día, en especial en las grandes ciudades. En mi entorno conozco tres o cuatro personas que recurren a ellas de forma prácticamente cotidiana y yo mismo he utilizado este sistema cuando me toca comer en la universidad, algo que procuro que suceda lo menos posible. Y no es tanto por el comer allí (ya sea de fiambrerá o de menú), sino más bien por el hecho de no poder comer en mi casa con mi mujer e hijas, algo que considero (y así lo reconozco) toda una suerte y un privilegio al poder disfrutar de ello. Pero he observado que cuando hablo con gente que vive en Barcelona o Madrid, por ejemplo, son muchos los que terminan por aplicar esta solución de la fiambrera a su día a día.

Bueno que me lío. El caso es que si tu plan de vida no te deja otra opción que el recurrir a la fiambrera, bien sea por los horarios, la economía, la falta de otras ofertas… o por lo que sea, la solución del tupper cotidiano no es en absoluto una mala opción (con frecuencia suele ser la mejor de las posibles). Tiene sus aspectos negativos, como todo, por ejemplo el limitar determinados tipos de preparaciones (platos a la plancha, fritos… que a buen seguro no gozarán de su mejor momento tras 6 horas de fiambrera) pero al mismo tiempo tiene sus ventajas, entre ellas, la mayor, el que tú controlas qué es lo que comes todos los días, y que con una buena planificación puedes tener un menú tan suculento como variado y saludable. Siempre que te des un poco de maña en la cocina, claro.

Y ya que he abierto este melón por la planificación seguiré con ella, ya que junto a la seguridad alimentaria forman ese par de elementos importantes a considerar cuando te has decidido a comer a diario o casi a diario a partir de una fiambrera.

Una planificación saludable y sabrosa para comer de fiambrera

Si yo tuviera que comer a diario recurriendo a una fiambrera lo primero que tendría claro es que solventaría el trámite a partir de un plato único y, si acaso, lo acompañaría con un complemento. La primera máxima para ello es que todos los menús previstos habrían de considerar la inclusión de una importante ración de alimentos vegetales, bien en fresco en forma de ensalada o bien en forma de verduras u hortalizas cocinadas. A partir de este punto planificaría una alternancia del ingrediente principal y que de lunes a viernes, más o menos, fuera como la que sigue: pasta-pescado-arroz-carne-legumbre… y vuelta a empezar la semana siguiente.

Ejemplos concretos:

Pasta: macarrones con salsa pesto y trigueros y judías verdes salteadas; espaghettis con gambas al ajillo; cuscús con verduritas al curry; lasaña de espinacas; fusilli con hortalizas, caballa y encurtidos en ensalada… y así un casi infinito etcétera.

Arroz: arroz con bacalao; arroz tres delicias; arroz con setas, paella; ensalada de arroz marinera; arroz con borraja y almejas… y otro larguísimo etcétera

Legumbres: lentejas (o garbanzos) con arroz; garbanzos con espinaca y huevo duro; ensalada de judías blancas, tomatitos, encurtidos y olivas negras; lentejas estofadas con chorizo y verduras; garbanzos con langostinos… y más etcétera.

Carne: estofado de ternera a la jardinera; pimientos rellenos de carne; cerdo agridulce con verduras al horno; ensalada de perdiz escabechada; alitas de pollo a la mostaza…

Pescado: rape a la marinera; merluza en salsa verde o a la romana; salmón, txipirones o calamares en su tinta (acompañados de arroz, claro está); sepia al ajillo…

En aquellos platos en los que no se incluye esa ración importante de vegetales dentro de la receta, las alternativas son básicamente dos. O bien acompañar la comida junto con una ensalada (otra vez las posibilidades son casi infinitas), o bien de algo de verdura que normalmente habremos cocido-horneado-salteado en nuestra casa. de todas formas te sugiero que lleves sin “aliñar” verduras y ensaladas y que en tu kit de comida incluyas un botecito pequeño (el típico de mostaza por ejemplo) en el que hayas metido el aliño correspondiente y que lo añadas en el momento de la comida… pocas cosas hay tan poco apetecibles a mi parecer como un tomate, un pepino o en general una ensalada, aliñados con horas de antelación. Además de todo esto, las cremas frías tipo gazpacho, vichyssoise, cremas de espárragos o clabacín; las sopas o consomés calientes, purés y cremas, etc. podrían constituir un magnífico complemento

En fin, las posibilidades son infinitas. te sugiero que consultes algunos de los miles de recetarios que, al final, recopilan sus recetas por ingrediente principal. A partir de ahí, tu imaginación y buena mano harán el resto. Porque no olvidemos que para preparar un menú de fiambrera que sea mínimamente aceptable desde un punto de vista gastronómico habrá que tener unas ciertas dotes culinarias.

Y para acabar la comida, ya me conocéis… fruta, una ración estupenda de fruta de temporada, fresca o en forma de macedonia. Esto y una pastillita de chocolate negro con almendras junto a un buen currusco de pan integral creo que sería lo más parecido a sentirme como en casa… salvo por la compañía, claro.

En esta página de Eroski-consumer tienes buenas ideas a la hora de articular tus menús fiambreros. Ahora bien, la mayor parte de los propuestas incluyen el contar con dos platos (un primero y un segundo) algo que a mi modo de ver no me resulta práctico, pero como digo, para pillar algunas ideas no está nada mal.

Mañana seguiré con el otro aspecto importantísimo a la hora de llevarte la comida al trabajo: la seguridad alimentaria. Nos leemos.

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