Si creías que lo de Rociito era lo más en culebrones, espera a ver el de NutriScore

La razón que me ha llevado hoy hasta el teclado para seguir machacándolo con este tema, además de mi interés como profesional sanitario verdaderamente interesado en las políticas de Salud Pública, no es otra que la publicación por parte de la plataforma Justicia Alimentaria del informe “La gran mentira de Nutriscore. Una herramienta al servicio de las grandes multinacionales de la alimentación procesada”. No tiene desperdicio.

Pincha en la imagen para descargar el informe

Cada vez con más pruebas en la mano se confirman los peores augurios de la ex-Directora General de la OMS Margaret Chan cuando se pronunciaba de la siguiente manera

Si una industria está involucrada en la formulación de políticas de Salud Pública, tengan la seguridad de que aquellas medidas más eficaces serán o bien minimizadas o bien apartadas en su totalidad

Y es que en este culebrón que nos está ofreciendo el NutriScore a base de dimes y diretes, contra argumentaciones, reinterpretaciones de su algoritmo al son de las circunstancias (comerciales, siempre comerciales) y demás movimientos de portería, cada vez se pone más de relieve el papel que en su desarrollo e implantación está teniendo la industria de los ultraprocesados. Lo de “implantación” es un decir, de la misma forma que es un decir cuando alguien “implanta” una pieza de un puzzle en el lugar que no le corresponde aplicando mucha -pero que mucha- presión. Pues eso, implantación del NutriScore.

Hay una incompatibilidad irresoluble entre los intereses comerciales de la industria alimentaria y la salud de la población

Los contenidos del mencionado informe aúnan cuestiones técnicas (por ejemplo, cuando explica y compara buena parte de los etiquetados frontales más relevantes en el mundo) con cuestiones históricas relativas a los verdaderos orígenes del NutriScore. Y sí, cuando se habla de los orígenes de NutriScore siempre se suelen citar nobles instituciones, universidades y demás entidades científicas cuando, sin dejar de ser cierto, en todos esos ilustres entornos la industria tenía ya metido el cazo hasta el mango desde los más primigenios coletazos de cualquier cosa que estuviera relacionada con el origen de NutriScore. Resulta pues que la podredumbre de NutriScore no es actual -algo que era fácil de identificar- sino que resulta que es de nacimiento.

Fragmento del informe

El culebrón: ¿NutriScore o debiéramos decir DanoneScore?

Pero más allá de todas estas cuestiones, el informe ahonda en el perfil de los defensores patrios del NutriScore desde el ámbito “científico”. A partir de la página 46 del informe se aportan datos, nombres propios y nombres de instituciones que tienen un denominador común muy claro: Danone, la multinacional que más presión está haciendo para que se implante el NutriScore. La razón es obvia: El tipo de productos que produce y comercializa Danone es ideal para que el algoritmo NutriScore los clasifique como saludables casi con independencia de su perfil nutricional. Y si la nota no es todo lo buena como les gustaría, se soluciona añadiendo unas pocas proteínas por aquí o de fibra por allá.

Fragmento del informe

En cuanto a los nombres propios, destacan dos, el de Jordi Salas-Salvadó y el de Nancy Babio. Ambos en la Universidad Roviri i Virgili y con unos espectaculares curricula, son (o han sido) al mismo tiempo la cabeza visible de numerosas instituciones como el Centre Català de la Nutrició de l’Institut d’Estudis Catalans, Federaciones (FESNAD), Sociedades científicas (SEDYN), Cátedra-Danone (como la de la Universidad de Barcelona) etcétera, que mantienen (o han mantenido) un vínculo destacado con Danone. Las relaciones de estas personas con la multinacional y que se reflejan en el informe son cuando menos sorprendentes.

Extracto del informe en referencia al documento publicado “Organizaciones científicas y empresas de alimentación reclaman al Ministro de Consumo la obligatoriedad del etiquetado Nutri-Score”

Se podrían sacar decenas de entrecomillados del informe poniendo de relieve en este blog los contenidos del mismo. Pero creo que no merece la pena. Es más fácil recurrir directamente al informe, que como digo no tiene desperdicio.

Por cierto, si quieres “firmar” para que el Gobierno deje de lado el Nutriescore y aplique un etiquetado nutricional basado en los criterios de la OMS, puedes hacerlo en este enlace de Justicia Alimentaria, la autora del informe. Yo ya lo he hecho.

Si quieres ponerte al día sobre todo lo publicado anteriormente en este blog sobre el NutrScore, lo puedes hacer en los siguientes enlaces:


7 comentarios en “Si creías que lo de Rociito era lo más en culebrones, espera a ver el de NutriScore

  1. Estoy completamente de acuerdo con la campaña y he ido a firmar, pero la firma no es válida si no marco la casilla: “Acepto el uso de mis datos para informarme sobre otras campañas, proyectos, actividades y opciones de colaboración y participación en Justicia Alimentaria.” Punto negativo para ellos; mientras no cambien eso, lamentándolo mucho, no firmaré…

  2. Buenas Miguel Ángel,
    No puedo sino estar de acuerdo contigo, me pasó lo mismo, solo que yo sí firmé, a regañadientes, pero firmé.

    Un abrazo

  3. Buenas de nuevo Miguel Ángel,

    Según parece esa pestaña ya no es necesario marcarla para firmar la petición. Saludos cordiales

  4. Juan soy Marí Olcina una de tus más fieles seguidoras y sigo admirando tu entereza profesional y sin ningún conflictivo de intereses, la verdad ante todo, jugamos con la salud de las personas y derrocamos a las multinacionales sin escrúpulos para lucrarse, somos David contra Goliat, Pedro yo se que vence quien resiste y nos acompaña la honestidad y nuestra libertad. Firmado y rubricado Mari Olcina.

Los comentarios están cerrados.